La aventura del oro en Dawson City.
Dawson City nació con la fiebre del oro y sobrevivió a su declive, manteniendo intacto su espíritu y su carácter. Pasear hoy en día por Dawson City es hacerlo por una ciudad activa que conjuga la vida diaria de los habitantes del Yukón con los turistas veraniegos y los jóvenes en busca de empleo de temporada. Resulta sorprendente la, en apariencia, buena convivencia de estos tres grupos en tabernas y bares de copas como el indescriptible Westminster.
Las gentes que han venido a estas tierras llegaron con muy variadas expectativas y han causado impactos muy distintos sobre el medio. Los indios han vivido aquí durante más de diez mil años en armonía con su entorno. Los buscadores de oro, por su parte, han venido siempre de paso, soñando con riquezas y con marchar lo antes posible de vuelta a casa. Entre los tramperos se pueden encontrar los dos extremos.
¿Y a qué he venido yo al Yukón? Una vez leí que hay que invertir en recuerdos. Mis viajes y mis relatos son mi inversión.
Canadá
Nuestro viaje «Conectando Bosques» nos lleva hasta Canadá. Iniciamos un relato forestal viajero por el Yukón en el que vamos a seguir los pasos de los buscadores de oro durante la «fiebre del oro del Klondike». Iniciamos «La aventura del Yukón«.
A finales del siglo XIX, miles de buscadores de oro emprendieron una desenfrenada carrera hacia Dawson City, muy cerca de la confluencia de los ríos Klondike y Yukón, en lo que se llamó la fiebre del oro del Klondike.
Y nosotros estamos a punto de comenzar nuestra pequeña aventura del Yukón siguiendo precisamente la ruta de la fiebre del oro del Klondike. ¿Nos acompañas?
El primer tramo del Chilkoot Trail remonta el río Taiya a través de un bosque de imponentes coníferas. Aunque pronto nos internaremos en la inmensa taiga, el frío bosque boreal del norte, ahora nos encontramos en un tipo de bosque diferente, el bosque húmedo de la costa del Pacífico. Caminamos entre Tsugas del Pacífico (Tsuga heterophylla), en las que sus troncos columnares contrastan con su follaje suave y colgante que da un aire fantasmal al paisaje.
El sendero pronto empieza a ascender hacia las montañas que separan la costa del noroeste del Pacífico de la cuenca del Yukón. Estamos llegando al mítico y temido Chilkoot Pass, al que miles de aventureros se enfrentaron durante la fiebre del oro del Klondike.
A medida que descendemos en altitud, van apareciendo de nuevo los árboles y los bosques que habían desaparecido en las alturas del Chilkoot Pass. Y entre los abetos empieza a hacerse abundante una especie que no habíamos visto todavía. Se trata de Pinus contorta, un pino al que en inglés se conoce como “lodgepole” porque tradicionalmente se utilizaba en la construcción de los tipis indios.
Como buen forestal, cuando viajo mi mirada acostumbra a centrarse en los árboles que crecen en los lugares que visito. Intento aprender sus nombres, sus historias, sus usos tradicionales y modernos. En definitiva, intento conocer un nuevo territorio a través de sus bosques y de la gente que vive en ellos. Sin embargo, caminando por los bosques del Chilkoot Trail mi vista se desvía una y otra vez hacia otro lado. Una multitud de pequeños objetos de otra época han quedado en el camino como testimonio de un tiempo que hoy nos parece mítico: el de la fiebre del oro del Klondike. Sin ningún orden preestablecido, porque no son sino elementos abandonados en la loca carrera hacia Dawson City, podemos descubrir latas de conserva abiertas y oxidadas, viejas bateas que nunca encontraron oro, restos de embarcaciones varadas en la montaña e incluso una gran caldera que impulsaba un tranvía hasta el Chilkoot Pass. Estos objetos son parte de un auténtico museo al aire libre. ¡Uno de los museos más extensos del mundo!
Hace ya más de una semana que aterrizamos en Whitehorse. Desde aquí nos hemos desplazado por carretera a Skagway, con parada en Carcross. Hemos recorrido caminando el Chilkoot Trail y hemos volado en hidroavión desde Bennet nuevamente a Whitehorse. En un par de días, Whitehorse volverá a ser nuestro punto de partida, pero esta vez hacia la mítica población de Dawson City.
Mientras esperamos el momento de empezar a navegar con nuestras canoas por el río, vamos a conocer un poco mejor las poblaciones y a los pobladores del Yukón.
Por fin, llega el momento esperado en que deslizamos nuestras canoas al río y damos la primera palada de las muchas que necesitaremos para llegar en once días hasta Dawson City, a más de ochocientos kilómetros de distancia.
Estamos recorriendo el Yukón como durante mucho tiempo lo han hecho los indios, más tarde los pioneros en busca de pieles, y finalmente los buscadores de oro, por lo que me siento afortunado de descubrir así la taiga canadiense, desde sus venas, el mismísimo río Yukón.
Tras varias jornadas en el río, llegamos a la población de Carmarcks. Después de varios días bañándonos, lavando la ropa y fregando en el río, nos parecen un auténtico lujo las duchas de agua caliente y las lavadoras del camping. Y poder acercarnos al pueblo a disfrutar de unas cervezas y una buena cena no baja de lujo asiático. No deja de ser paradójico que lleváramos tiempo soñando con el momento de iniciar el descenso del Yukón, en autonomía, descansando en campamentos improvisados y prescindiendo de las comodidades de nuestra vida cotidiana y que, sin embargo, volver a tener una ducha caliente y una cerveza fría nos parezcan casi el mejor momento del viaje.
Fort Selkirk es el punto de encuentro de dos grandes sistemas fluviales, el Yukón y el Pelly, que juntos drenan más de la mitad del territorio del Yukón. Esta confluencia ha provocado que tradicionalmente Fort Selkirk también haya sido el punto de encuentro de los diversos pobladores del Yukón y que haya sido testigo del encuentro de culturas a través de generaciones. Hoy en día Fort Selkirk constituye el punto idóneo para adentrarse al encuentro del pasado del Yukón.
Desde Fort Selkirk, el Yukón discurre hasta Dawson City alejado de la carretera del Klondike y de los núcleos de población, por lo que empezamos a encontrarnos con osos, alces, castores y otros animales de la taiga.
A medida que avanzamos, el Yukón se encuentra con otros ríos cargados de historias: el White River, el Steward River y por fin, el Klondike. ¡Hemos llegado a Dawson City!
Dawson City nació con la fiebre del oro y sobrevivió a su declive, manteniendo intacto su espíritu y su carácter. Pasear hoy en día por Dawson City es hacerlo por una ciudad activa que conjuga la vida diaria de los habitantes del Yukón con los turistas veraniegos y los jóvenes en busca de empleo de temporada. Resulta sorprendente la, en apariencia, buena convivencia de estos tres grupos en tabernas y bares de copas como el indescriptible Westminster.
Las gentes que han venido a estas tierras llegaron con muy variadas expectativas y han causado impactos muy distintos sobre el medio. Los indios han vivido aquí durante más de diez mil años en armonía con su entorno. Los buscadores de oro, por su parte, han venido siempre de paso, soñando con riquezas y con marchar lo antes posible de vuelta a casa. Entre los tramperos se pueden encontrar los dos extremos.
¿Y a qué he venido yo al Yukón? Una vez leí que hay que invertir en recuerdos. Mis viajes y mis relatos son mi inversión.
La aventura del Yukón (6 de 7)
Los encuentros del Yukón.
Fort Selkirk es el punto de encuentro de dos grandes sistemas fluviales, el Yukón y el Pelly, que juntos drenan más de la mitad del territorio del Yukón. Esta confluencia ha provocado que tradicionalmente Fort Selkirk también haya sido el punto de encuentro de los diversos pobladores del Yukón y que haya sido testigo del encuentro de culturas a través de generaciones. Hoy en día Fort Selkirk constituye el punto idóneo para adentrarse al encuentro del pasado del Yukón.
Desde Fort Selkirk, el Yukón avanza hasta Dawson City alejado de la carretera del Klondike y de los núcleos de población, por lo que empezamos a encontrarnos con osos, alces, castores y otros animales de la taiga.
A medida que avanzamos, el Yukón se encuentra con otros ríos cargados de historias: el White River, el Steward River y por fin, el Klondike. ¡Hemos llegado a Dawson City!
La aventura del Yukón (5 de 7)
Remando por el Yukón.
Por fin, llega el momento esperado en que deslizamos nuestras canoas al río y damos la primera palada de las muchas que necesitaremos para llegar en once días hasta Dawson City, a más de ochocientos kilómetros de distancia.
Estamos recorriendo el Yukón como durante mucho tiempo lo han hecho los indios, más tarde los pioneros en busca de pieles, y finalmente los buscadores de oro, por lo que me siento afortunado de descubrir así la taiga canadiense, desde sus venas, el mismísimo río Yukón.
Tras varias jornadas en el río, llegamos a la población de Carmarcks. Después de varios días bañándonos, lavando la ropa y fregando en el río, nos parecen un auténtico lujo las duchas de agua caliente y las lavadoras del camping. Y poder acercarnos al pueblo a disfrutar de unas cervezas y una buena cena no baja de lujo asiático. No deja de ser paradójico que lleváramos tiempo soñando con el momento de iniciar el descenso del Yukón, en autonomía, descansando en campamentos improvisados y prescindiendo de las comodidades de nuestra vida cotidiana y que, sin embargo, volver a tener una ducha caliente y una cerveza fría nos parezcan casi el mejor momento del viaje.
La aventura del Yukón (4 de 7)
Las poblaciones del Yukón.
Hace ya más de una semana que aterrizamos en Whitehorse. Desde aquí nos hemos desplazado por carretera a Skagway, con parada en Carcross. Hemos recorrido caminando el Chilkoot Trail y hemos volado en hidroavión desde Bennet nuevamente a Whitehorse. En un par de días, Whitehorse volverá a ser nuestro punto de partida, pero esta vez hacia la mítica población de Dawson City.
Mientras esperamos el momento de empezar a navegar con nuestras canoas por el río, vamos a conocer un poco mejor las poblaciones y a los pobladores del Yukón.
La aventura del Yukón (3 de 7)
De lago en lago.
A medida que descendemos en altitud, van apareciendo de nuevo los árboles y los bosques que habían desaparecido en las alturas del Chilkoot Pass. Y entre los abetos empieza a hacerse abundante una especie que no habíamos visto todavía. Se trata de Pinus contorta, un pino al que en inglés se conoce como “lodgepole” porque tradicionalmente se utilizaba en la construcción de los tipis indios.
La aventura del Yukón (2 de 7)
El mítico Chilkoot Pass.
El primer tramo del Chilkoot Trail remonta el río Taiya a través de un bosque de imponentes coníferas. Aunque pronto nos internaremos en la inmensa taiga, el frío bosque boreal del norte, ahora nos encontramos en un tipo de bosque diferente, el bosque húmedo de la costa del Pacífico. Caminamos entre Tsugas del Pacífico (Tsuga heterophylla), en las que sus troncos columnares contrastan con su follaje suave y colgante que da un aire fantasmal al paisaje.
El sendero pronto empieza a ascender hacia las montañas que separan la costa del noroeste del Pacífico de la cuenca del Yukón. Estamos llegando al mítico y temido Chilkoot Pass, al que miles de aventureros se enfrentaron durante la fiebre del oro del Klondike.