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La aventura del Yukón (7 de 7)

La aventura del oro en Dawson City

Dawson City

Dawson City nació con la fiebre del oro y sobrevivió a su declive, manteniendo intacto su espíritu y su carácter. Pasear hoy en día por Dawson City es hacerlo por una ciudad activa que conjuga la vida diaria de los habitantes del Yukón con los turistas veraniegos y los jóvenes en busca de empleo de temporada. Resulta sorprendente la, en apariencia, buena convivencia de estos tres grupos en tabernas y bares de copas como el indescriptible Westminster.

Con Jaime, Jorge y Carmen me saco unas fotos en un estudio en el que se recrean la vestimenta y los escenarios de la época de la fiebre del oro. Jaime es un trampero, Jorge un croupier, Carmen una cabaretera y yo un afortunado buscador de oro. Veo esas enormes pepitas de oro con las que simulo posar orgulloso y me pregunto dónde estará mi Klondike y si un día la aventura de la vida me llevará a descubrir en cualquier pequeño arroyo de montaña el filón de mis sueños. Seguramente, no necesite recorrer montañas ni navegar ríos para encontrarlo, porque de hecho, las más grandes de esas pepitas las he tenido siempre a mi lado: mi familia, mi gente y mi entorno.

Disfrazados de la fiebre del oro
Disfrazados de la fiebre del oro

Ver a mi compañera vestida de cabaretera me lleva también a reflexionar que el imaginario de la fiebre del oro del Klondike siempre ha puesto a la mujer en un lugar secundario, haciendo ver que hasta Dawson City sólo llegaron prostitutas en busca de rudos mineros con los bolsillos llenos de oro o cabareteras como la famosa Klondike Kate. Nada más lejos de la realidad, ya que hasta aquí vinieron numerosas mujeres con los mismos objetivos que los hombres, unas en busca de riquezas y una nueva vida, otras acompañando a sus maridos, otras para desarrollar sus profesiones,… Basta un vistazo a alguno de los textos escritos sobre la fiebre del oro para descubrir a muchas otras mujeres, como muestran los dos siguientes ejemplos.

Javier Reverte recoge el testimonio deMargaret Shand, que narra en su libro “The Summit and Beyond” el anhelo de encontrar junto a su marido un futuro mejor:

“Sola, sentada sobre mi equipaje, miré hacia las distantes montañas, púrpuras y majestuosas, que teníamos que subir. Eran como murallas que guardaran un nuevo mundo. La vista me estremeció. Y temblé toda entera. Nada en mi vida me había atemorizado tanto como aquellos picos cubiertos de nieve. Pero traspasar montañas significa ir a un nuevo territorio, a una nueva vida, es algo así como nacer de nuevo. ¡Davy y yo juntos! ¿Estaremos a la altura del esfuerzo requerido, podremos vencer ese gran reto?

Dawson City

Emma Kelly, por su parte, fue una reportera enviada por el Kansas City Star a cubrir la fiebre del oro y escribió sobre su paso por los rápidos de Miles Canyon, camino a Dawson City:

No sé cuándo alguna vez disfruté tanto de algo en mi vida… Olas salvajes sacudían y arrollaban nuestro bote y ocasionalmente se rompían sobre nosotros. La espuma se elevó tan alta y espesa que no podíamos ver la orilla, el aire parecía un mar de espuma. Fue simplemente glorioso”.

Dawson City
Dawson City

En los territorios del Yukón, casi mejor que en ningún otro sitio, cobra significado el título de la serie televisiva de Félix Rodríguez de la Fuente: “El Hombre y la Tierra”. Las gentes que han venido a estas tierras llegaron con muy variadas expectativas y han causado impactos muy distintos sobre el medio.

Los indios han vivido aquí durante más de diez mil años en armonía con su entorno. En una exposición en Dawson City sobre los Tr’ondëk Hwëch’in, “Árboles de Vida. Nuestra historia es la tierra”, puedo leer:

Los Tr’ondëk Hwëch’in vivimos en el bosque boreal, un vasto ecosistema de lagos, valles fluviales, bosques y tundra que se extiende por el norte canadiense. El bosque boreal protege y abastece a los seres humanos y los animales y es vital para la salud de nuestro planeta”.

“Somos parte de la tierra y tenemos responsabilidades por su cuidado. Nuestros antepasados tuvieron cuidado de no tomar demasiados recursos de un lugar. Hoy en día, nuestros ciudadanos siguen comprometidos con la cosecha responsable y con asegurar que nuestras tierras y bosques sean atendidos”.

“Árboles de Vida. Nuestra historia es la tierra”
“Árboles de Vida. Nuestra historia es la tierra”

Los buscadores de oro, por su parte, han venido siempre de paso, soñando con riquezas y con marchar lo antes posible de vuelta a casa. En los alrededores de Dawson City puede apreciarse con claridad que los buscadores de oro del Gold Rush, los que los relevaron en las décadas siguientes con grandes dragas y los que hoy buscan revitalizar un lucrativo sector minero, han dejado y dejan una huella profunda en el territorio.

Mina de oro en Dawson City
Mina de oro en Dawson City

Entre los tramperos se pueden encontrar los dos extremos. Están los que vinieron en busca de riqueza, con una mentalidad extractivista muy cercana a la de los mineros. Y están los que, como George Hoffer, el amigo de Félix Rodríguez de la Fuente, han venido persiguiendo sus sueños de “montañas muy altas y grandes valles y menos gente.”. Recuerdo las palabras televisivas de Félix Rodríguez de la Fuente en invierno de 1979 a su amigo el trampero:

Pieles a la venta

 “Pues ya que tú no piensas cambiar de vida,…

…yo te voy a pedir un favor,…

…permíteme que yo cambie…

…una temporada mi vida de hombre civilizado.

Yo te pediría que me dejaras vivir en tu casa unas semanas.

Que me permitieras transformarme en aprendiz de trampero,…

…que te acompañe por estos bosques…

…para disfrutar de tu felicidad.”

Por desgracia, la aventura de la vida de Félix Rodríguez de la Fuente terminó abruptamente en marzo de 1980 un poco más al norte, en Alaska, cuando seguía desde el aire la Iritarod, la carrera de trineo con perros más importante del mundo.

¿Y a qué he venido yo al Yukón? Una vez leí que hay que invertir en recuerdos. Mis viajes y mis relatos son mi inversión, como seguro que fueron la de Félix Rodríguez de la Fuente, que dejó escrito:

El viajero, cuando aún tiene suficiente vigor para acometer la redacción de sus memorias de naturalista de campo (…) inicia con estas líneas la que considera como más fascinante e importante singladura de su vida: llegar a la mente y al corazón de sus lectores a través de un relato en el que pretende que su pasión por la naturaleza no empañe su objetiva descripción científica y que las rígidas normas de la divulgación de las ciencias naturales no ensombrezcan la luz de la aventura.”

La aventura del Yukón termina aquí para mí, pero ahora continúa mi Aventura de la Vida. Por desgracia, una de mis pepitas de oro se ha marchado por el camino…

Camino en el Yukón

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