Un relato forestal viajero por Nepal en 2019
“Allí moran los dioses y allí han ido a morir durante miles de años sacerdotes, monjes y sabios. Hace muchos siglos que el Himalaya fascina a los hombres; sus altivos picachos siguen escondiendo muchos misterios”.
Así comienza Michel Peissel el relato de su viaje en 1964 al Mustang, el reino prohibido en el Himalaya. Peissel, el primer occidental autorizado para visitar y estudiar el Mustang, definió a Nepal como “una gigantesca escalera que lleva a las altísimas cimas que lo separan del Tíbet”.
Desde las llanuras bajas del Terai, en la frontera con India, Nepal se eleva progresivamente a través de fértiles valles intermedios como los de Katmandú y Pokhara hasta las sobrecogedoras cimas del Himalaya. Este espectacular gradiente altitudinal de más de 8.000 metros en unos pocos centenares de kilómetros conlleva una también espectacular diversidad biológica, desde los bosques tropicales a los pastizales alpinos y las nieves perpetuas.
Y a pesar de ser un país muy pobre, Nepal ha sabido afrontar el reto de la protección de su fascinante naturaleza, convirtiéndose en un referente en compaginar modelos de conservación y desarrollo comunitario.
Hemos venido a Nepal para hacer un trekking alrededor del Manaslu, con 8.156 metros la octava montaña más alta del mundo. Pero antes, me permito iniciar este relato mucho más abajo, en el Parque Nacional de Chitwan, en la llanura del Ganges. Desde allí, los escalones me conducirán a través de bosques de todo tipo hasta las alturas del Himalaya.
Nepal es una gigante escalera que comunica el reino del tigre de Bengala con el del leopardo de las nieves. Para nuestro grupo, va a ser una escalera al cielo.
♫♫ There´s a lady who´s sure
all that glitters is gold
And she´s buying a stairway to heaven
And when she gets there
she knows if the stores are all closed
With a word she can get
what she came for.
And she´s buying a stairway to heaven ♫♫
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