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Berlín forestal (1 de 7)

Un relato forestal viajero por Centroeuropa

Hace poco más de media hora que aterricé en el aeropuerto de Tegel y ya estoy en una terraza de la Avenida Karl-Marx disfrutando de una cerveza. Mientras tomo mi primera Berliner, hojeo una miniguía de la ciudad para planificar mis paseos de los próximos días. Pretendo visitar el Reichstag, la puerta de Brandeburgo, la East Side Gallery, la Alexanderplatz… y perderme sin rumbo por las calles y la noche de Berlín.


La verdad es que Berlín no estaba entre mis destinos pendientes. Siempre comento medio en serio que ya visitaré Londres, Florencia o París cuando sea mayor. Por ahora, prefiero descubrir entornos rurales, sus paisajes y sus gentes.

En mis últimos viajes por Europa no he buscado las grandes y monumentales capitales repletas de Historia. Más bien lo contrario; han sido “viajes forestales” en los que he visitado algunos renombrados bosques de Francia, Alemania, Suiza, la República Checa, Polonia, Rumanía o Eslovenia.

Tomando una cerveza Berliner

Pero esta vez no vengo a recorrer bosques. Estoy en Berlín, con mi cerveza, mi guía de viajes y mi bufanda del Baskonia. Este fin de semana se va a disputar la Final Four del baloncesto europeo y uno de los cuatro finalistas es mi equipo. Así que aquí estoy, dispuesto a disfrutar de buen baloncesto y de hacer un poco de turismo cultural deambulando por Berlín.

Las calles de Berlín condensan la historia misma de la Europa de los últimos siglos. Esa Historia quiso que un pequeño asentamiento de nombre Berlín creciera hasta convertirse sucesivamente en la capital de Brandeburgo, del Reino de Prusia, del Imperio Alemán, de la república de Weimar, del Tercer Reich y de la Alemania actual. Que la toma de Berlín supusiera el auténtico fin de la Segunda Guerra Mundial y la caída del Muro de Berlín, el fin de la Guerra Fría  e incluso “el fin de la Historia”.

Una ciudad sólo se puede entender conociendo primero su historia. De igual forma, para entender los bosques de Europa hay que conocer su historia. Pero este no es un “viaje forestal”. ¿O si?

Alexanderplatz en Berlín

Precisamente en Tegel reposan los restos de alguien que me va a servir de nexo de unión entre la historia de Berlín y la de los bosques centroeuropeos; un fabuloso naturalista y explorador que vivió a caballo entre los siglos XVIII y XIX y al que Andrea Wulf en su reciente biografía “La invención de la Naturaleza” atribuye habernos brindado nuestra concepción actual de la naturaleza. Uno de los berlineses más ilustres, al que el rey Federico Guillermo IV de Prusia calificó como “el hombre más grande desde el diluvio”: Alexander Von Humboldt.

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