La aventura del oro en Dawson City.
Dawson City nació con la fiebre del oro y sobrevivió a su declive, manteniendo intacto su espíritu y su carácter. Pasear hoy en día por Dawson City es hacerlo por una ciudad activa que conjuga la vida diaria de los habitantes del Yukón con los turistas veraniegos y los jóvenes en busca de empleo de temporada. Resulta sorprendente la, en apariencia, buena convivencia de estos tres grupos en tabernas y bares de copas como el indescriptible Westminster.
Las gentes que han venido a estas tierras llegaron con muy variadas expectativas y han causado impactos muy distintos sobre el medio. Los indios han vivido aquí durante más de diez mil años en armonía con su entorno. Los buscadores de oro, por su parte, han venido siempre de paso, soñando con riquezas y con marchar lo antes posible de vuelta a casa. Entre los tramperos se pueden encontrar los dos extremos.
¿Y a qué he venido yo al Yukón? Una vez leí que hay que invertir en recuerdos. Mis viajes y mis relatos son mi inversión.
La aventura del Yukón (6 de 7)
Los encuentros del Yukón.
Fort Selkirk es el punto de encuentro de dos grandes sistemas fluviales, el Yukón y el Pelly, que juntos drenan más de la mitad del territorio del Yukón. Esta confluencia ha provocado que tradicionalmente Fort Selkirk también haya sido el punto de encuentro de los diversos pobladores del Yukón y que haya sido testigo del encuentro de culturas a través de generaciones. Hoy en día Fort Selkirk constituye el punto idóneo para adentrarse al encuentro del pasado del Yukón.
Desde Fort Selkirk, el Yukón avanza hasta Dawson City alejado de la carretera del Klondike y de los núcleos de población, por lo que empezamos a encontrarnos con osos, alces, castores y otros animales de la taiga.
A medida que avanzamos, el Yukón se encuentra con otros ríos cargados de historias: el White River, el Steward River y por fin, el Klondike. ¡Hemos llegado a Dawson City!
La aventura del Yukón (5 de 7)
Remando por el Yukón.
Por fin, llega el momento esperado en que deslizamos nuestras canoas al río y damos la primera palada de las muchas que necesitaremos para llegar en once días hasta Dawson City, a más de ochocientos kilómetros de distancia.
Estamos recorriendo el Yukón como durante mucho tiempo lo han hecho los indios, más tarde los pioneros en busca de pieles, y finalmente los buscadores de oro, por lo que me siento afortunado de descubrir así la taiga canadiense, desde sus venas, el mismísimo río Yukón.
Tras varias jornadas en el río, llegamos a la población de Carmarcks. Después de varios días bañándonos, lavando la ropa y fregando en el río, nos parecen un auténtico lujo las duchas de agua caliente y las lavadoras del camping. Y poder acercarnos al pueblo a disfrutar de unas cervezas y una buena cena no baja de lujo asiático. No deja de ser paradójico que lleváramos tiempo soñando con el momento de iniciar el descenso del Yukón, en autonomía, descansando en campamentos improvisados y prescindiendo de las comodidades de nuestra vida cotidiana y que, sin embargo, volver a tener una ducha caliente y una cerveza fría nos parezcan casi el mejor momento del viaje.
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