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Las raíces de África (10.2 de 11)

Echando raíces en el agua (II): Los manglares de Senegal y Gambia.


Al continuar mi camino hacia la Casamance y atravesar Gambia por el puesto fronterizo de Farafenni, varios detalles habían llamado mi atención. Uno es la propia existencia de este país, el más pequeño de África y que se extiende apenas una decena de kilómetros a ambas orillas del río Gambia. La frontera de Gambia se estableció en 1889 por un acuerdo entre Francia e Inglaterra que, según cuenta la leyenda, otorgaba a los ingleses los terrenos que alcanzara una bala de cañón disparada por su marina desde el propio río. Sea verdad o mentira, lo cierto es que gran parte de las fronteras de África se diseñaron caprichosamente por los europeos de forma totalmente artificial.

También era una sorpresa encontrarme unos espectaculares manglares a más de 100 kilómetros de la costa. En realidad, los manglares visten las orillas del río Gambia desde su desembocadura hasta prácticamente 240 kilómetros hacia el interior y van ganando tamaño según se alejan del mar, siendo posible encontrar formaciones de manglares de más de 20 metros de altura entre los 100 y los 160 kilómetros río arriba.

Manglares en Gambia
Manglares en Gambia
Manglares en Gambia
Manglares en Gambia

Según datos de la FAO, de los 13,7 millones de hectáreas de manglares del mundo, en África se localizan 2,7 millones. Algunas estimaciones calculan que el 20 % de los manglares del mundo ha desaparecido desde 1980; otros cálculos aumentan la cifra hasta un alarmante 35 %. La superficie de manglares en África ha sufrido similares porcentajes de disminución.

Los manglares de Senegal y Gambia experimentaron un fuerte declive por causas naturales durante la sequía saheliana de 1968-1974. En las décadas siguientes, las principales causas de su degradación son antrópicas. Se acepta que desde 1986 en Senegal se ha pasado de casi 170.000 hectáreas a menos de 130.000 y en Gambia de 70.000 hectáreas a menos de 60.000. Estudios más recientes de teledetección contradicen estos datos y aportan cifras de más de 180.000 hectáreas de manglares en 2018 en Senegal y más de 90.000 en Gambia, achacando el aumento en la superficie de manglares desde 1980 fundamentalmente a la regeneración natural por el incremento de las precipitaciones. Son datos contradictorios, que en todo caso no obvian que persisten áreas específicas con importantes pérdidas de manglares. Aunque la superficie ocupada por manglares de Senegal y Gambia tiene poca relevancia a nivel global, su importancia regional es muy elevada. No en vano, el origen de la palabra Mangle proviene del vocablo wolof mangue, término que adoptaron los marineros portugueses cuando arribaron a África Occidental.

Habitantes de los manglares de la Casamance

Los manglares son “paisajes habitados”, con evidencia de uso y ocupación desde hace milenios, por lo que su dinámica está profundamente interrelacionada con la vida de la población local. Además de ser fuente de madera y leña, aportan a las poblaciones costeras recursos alimenticios diversos como las ostras que crecen en las raíces del Mangle Rojo o los  peces, cangrejos y camarones que se refugian entre ellas. Las comunidades locales han talado tradicionalmente los Mangles para obtener madera con la que construir casas y leña con la que cocinar, ahumar peces o producir sal. Este aprovechamiento puede ser sostenible, si se mantienen las tasas de recolección de Mangle al mismo o menor ritmo de las tasas naturales de regeneración. Algunos estudios de teledetección sugieren que las prácticas tradicionales no han tenido efectos significativos sobre la cubierta de manglares.

Manglares en la Casamance
Manglares en la Casamance
Manglares en la Casamance
Manglares en la Casamance

En la Casamance el manglar ha sufrido el proceso ya descrito de degradación, pero con algunas particularidades. Los períodos de sequía de los 70 y los 80 causaron una fuerte pérdida de árboles de Mangle en toda la región. A partir de los 80, la disminución de los manglares se ha concentrado en dos áreas concretas: en la frontera con Gambia la enorme demanda de leña de la población urbana de este país unida a la inestabilidad política provocó la sobreexplotación y el tráfico ilegal de leña y carbón al otro lado de la frontera; al norte de Ziguinchor el declive se debió principalmente a la demanda local de leña y a la construcción de carreteras y de represas antisalinidad que protegen los campos de arroz del avance del agua salina. Estas barreras alteran la dinámica hidrológica  y los flujos de agua dulce y salada, afectando a la idoneidad de los suelos para sostener manglares. Por el contrario, en otras zonas del estuario se ha documentado una recuperación de la superficie de manglares, atribuida básicamente a la regeneración natural. En los últimos 10 años, los proyectos de reforestación han contribuido de forma importante a la recuperación de las superficies de manglar.

Manglares y campos de arroz en la Casamance
Manglares y campos de arroz en la Casamance

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