Progreso:

Las raíces de África (11 de 11)

Echando raíces en el agua (III). Restaurando manglares.

Estoy ansioso por internarme en canoa por los manglares de la Casamance, descubrir desde dentro su diversidad natural y cultural, y entender la magnitud del programa de restauración que lidera OCEANIUM desde hace más de una década. Tengo la suerte de contar con un guía como Yayá, que  trabaja para OCEANIUM en los proyectos de reforestación y conoce estos manglares desde niño.

Manglares en la Casamance
Manglares en la Casamance
Manglares en la Casamance
Manglares en la Casamance

Por la mañana había marea baja, así que hemos esperado a después de comer para navegar hacia los bolongs de Tobor, Affiniam y Djilapao. Los manglares aparecen ya frente a Ziguinchor en la orilla norte del río, pero solo al desviarnos por alguno de los numerosos afluentes nos internamos en un laberinto irreal de agua, raíces y frondosidad. Las aves son los habitantes del manglar que primero salen a recibirnos: martines pescadores,  pelícanos,  garzas, o cormoranes a los que el ruido del motor desconcentra de su rutina pescadora. Pronto aparecen las primeras piraguas artesanales, dejando claro que la vida de la población local está íntimamente ligada a la del manglar

Por los manglares de la Casamance con Yaya

Y pronto también, tras la primera línea de manglares, descubro las hileras plantadas de pequeños Mangles. En estos bolongs de Tobor fue donde en 2006 OCEANIUM y la población local colaboraron en una primera reforestación con 65.000 ejemplares de Mangle Rojo. El éxito de esta iniciativa pionera y el interés de las comunidades aledañas llevó a multiplicar los modestos objetivos iniciales hasta alcanzar la extraordinaria cifra de más de 10.000 hectáreas de manglares restauradas entre 2009 y 2012. Este salto de escala se produjo gracias a la financiación obtenida a través de los Créditos de Carbono.

Manglares en la Casamance
Manglares en la Casamance
Reforestación de manglares en la Casamance
Reforestación de manglares en la Casamance

Al contemplarlas de cerca, me sorprende la gran extensión de las zonas replantadas. Son antiguos terrenos de manglares que desaparecieron durante las sequías de los 70 y los 80 y que permanecían degradados y prácticamente sin vegetación. Sobre esta base, la reforestación se plantea con los  objetivos de restaurar los manglares degradados, mitigar el cambio climático con la fijación de carbono a través del crecimiento de la biomasa y reducir la pobreza de las comunidades locales, creando empleo a corto plazo y mejorando la recolección de productos del manglar a medio plazo.

Reforestación de manglares en la Casamance
Reforestación de manglares en la Casamance

El primer y más firme paso del proyecto es la formación y sensibilización de las comunidades locales. Para ello, OCEANIUM recorre las poblaciones involucradas con un camión equipado con proyectores de cine, además de celebrar reuniones y actividades de formación sobre la protección del manglar y las técnicas de plantación. Estas acciones directas con las poblaciones locales se acompañan con la promoción del proyecto a través de la campaña “Planta un árbol” en radio, prensa, internet, edición de camisetas y posters,…

Cartel de las reforestaciones de manglares de Oceanium

El siguiente paso es elegir los sitios de plantación. Las poblaciones locales se encargan de seleccionar áreas potenciales de su comunidad. Sobre esta preselección, los técnicos priorizan las zonas con condiciones favorables en base a tres criterios ecológicos: la textura del suelo, el grado y periodo de inmersión y las características ecológicas del arbolado circundante.  La correcta identificación de los terrenos es clave para garantizar el éxito de la plantación.

Para la plantación no es necesaria la preparación previa del terreno. Se recogen los propágulos de Mangle Rojo en pies adultos cercanos y se plantan el mismo día a una densidad de 2 x 1, pudiéndose conservar en sacos cerrados dentro del agua un día más. Todas las labores son realizadas por la población local en función de las posibilidades de cada uno: los mayores seleccionan los propágulos, los más fuertes los transportan y los jóvenes y mujeres los plantan. Los trabajos son gratificados con 5.000 CFA por hectárea, lo que deja entrever que la principal motivación para participar en la reforestación no es la económica a corto plazo, sino los beneficios que les proporcionarán los futuros manglares adultos.

El mantenimiento y seguimiento de la plantación lo realiza conjuntamente la población local y el personal de OCEANIUM. Si se producen altos porcentajes de marras, tras analizar las causas se puede optar por replantar de nuevo o por cambiar de especie y emplear el Mangle Negro (Avicenia africana), que prospera en suelos más salinos y secos. De forma paralela al proyecto ya se han plantado más de 100 hectáreas de Avicenia sp. en terrenos no aptos para Rhizophora sp.

Mangle Rojo (Rhizophora mangle)
Mangle Rojo (Rhizophora mangle)

El último paso, menos vistoso pero igual de importante, es el monitoreo y la cuantificación de las toneladas de carbono fijadas, que con su conversión en Créditos de Carbono posibilitan la financiación y viabilidad del proyecto. El monitoreo se tiene que realizar cada 5 años en un periodo de 30 años y los Créditos se generan en función de los crecimientos experimentados, lo que es una garantía adicional para el mantenimiento a largo plazo de la plantación. El inventario de la biomasa de los manglares requiere de técnicas complejas e imaginativas que incluyen el empleo de drones o de imágenes de satélite. ¡Nuevas tecnologías al servicio de pequeñas comunidades rurales africanas!

Reforestación de manglares en la Casamance
Reforestación de manglares en la Casamance
Reforestación de manglares en la Casamance
Reforestación de manglares en la Casamance

En todo caso, es necesario evitar que los árboles no nos dejen ver el bosque y analizar en profundidad los impactos positivos o negativos de una reforestación a esta escala. Los promotores consideran que los impactos ambientales son básicamente positivos por el enriquecimiento en nutrientes y la restauración de las condiciones edáficas y por la mejora de la biodiversidad asociada a un ecosistema tan rico como el manglar. También consideran que son positivos los impactos socioeconómicos, por las oportunidades de empleo a corto plazo, la protección que el manglar ejerce sobre los arrozales, el incremento de los recursos a medio plazo (madera, peces, ostras, cangrejos, ecoturismo…) o el empoderamientos de la población.

Pero no todas las voces están de acuerdo con esta percepción. Hay quienes opinan que con la plantación de una sola especie no se consigue restaurar la biodiversidad del manglar; que debe integrarse en un proceso más complejo de Restauración Ecológica de Manglares que aborde las razones subyacentes de su regresión previa; o que debe priorizarse la preservación de los manglares que persisten. Más inquietante es la percepción en ciertos sectores de que el proyecto pueda representar una “injusticia ambiental”, con la apropiación de terrenos comunitarios por inversores extranjeros para su beneficio propio a través de los Créditos de Carbono. En todo caso, parece necesario garantizar que el reparto de beneficios sea lo más equitativo y transparente posible, de forma que se eviten suspicacias o incluso injusticias.

Plantas de Mangle Rojo

Termino mi viaje por Senegal, con la certeza de que si al conseguir que los Mangles echen raíces en el agua y que los Eucaliptos fijen las dunas en el desierto se logra fijar las comunidades locales y que echen raíces en su tierra, los proyectos de restauración de manglares o de estabilización de dunas habrán demostrado ser iniciativas replicables y hermosas.

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