Echando raíces en el agua (I). Los manglares de Senegal y Gambia.
El paisaje de Senegal está enmarcado por cuatro grandes ríos que atraviesan la región de este a oeste: Senegal, Saloum, Gambia y Casamance. Estos cuatro ríos conforman en sus desembocaduras grandes deltas y estuarios con un elemento distintivo casi en común, los manglares.
El río Senegal es la excepción, ya que su ubicación a las puertas mismas del Sáhara impone un fuerte limitante al desarrollo de estos bosques del mar, propios de los trópicos y subtrópicos. Pero incluso en este ambiente semidesértico, algunos pequeños pero valiosos retazos de manglares aportan un toque de verdor en el entorno del Parque Nacional de la Lengua de la Barbarie.
Uno de los principales servicios que proveen los manglares es la protección de las costas frente a la erosión. Saint Louis, en la desembocadura del río Senegal y alejado de la defensa que aportan los manglares mucho más al sur, está sufriendo de forma alarmante los efectos de la erosión costera, agravada por el cambio climático y un desafortunado proyecto de protección. En una zona muy vulnerable frente a los embates del mar, la subida del nivel de las aguas provocada por el cambio climático ha arrasado con gran parte de los edificios que se ubicaban en primera línea de playa en el Barrio de los Pescadores. Sobrecoge observar las ruinas de otrora dignas mezquitas, escuelas y otro tipo de edificios, derrotados por el azote de las olas.
Para rematarlo, a escasos 7 km al sur de la ciudad, las autoridades decidieron en 2003 abrir una brecha en la Lengua de la Barbarie, esa estrecha barra de arena que separa el río Senegal del océano Atlántico a lo largo de unos 30 km. Con la intención de habilitar un canal que facilitara el desagüe del río y evitara las inundaciones en Saint Louis, se excavó una zanja de 4 metros de anchura. En contra de los pronósticos, la brecha no se estabilizó, en dos días tenía ya 80 metros, para 2015 medía más de 5 kilómetros y hoy continúa desplazándose hacia el sur. La incompetencia humana ha provocado un desastre ecológico que amenaza con llevarse por delante tierras, cultivos, manglares e incluso pueblos como Gandiol.
Hay que desplazarse al menos 200 km hacia el sur para encontrar los siguientes manglares, ya en la Petit-Côte. La Reserva Natural de Interés Comunitario de Somone se estableció en 1999 por iniciativa de las mujeres de Somone, Guéréo, Thiafoura y Sorokhassab con el objeto de preservar el ecosistema de manglar e impulsar el desarrollo de la población. En Guéréo me esperaba Octavio, un francés afincado en Senegal que se iba a convertir en mi cicerone para conocer los manglares de todo el país.
Octavio colabora con la ONG ambientalista senegalesa OCEANIUM en proyectos de restauración de manglares. He contactado con él gracias a varios compañeros de AGRESTA, una cooperativa forestal española que participa con OCEANIUM en la reforestación de manglares a través de la Fundación Livelihoods. Mientras recorríamos los manglares de Guéréo y Somone, Octavio intentaba explicarme el complejo proceso que ha posibilitado la plantación de más de 10.000 hectáreas de manglares en diversas zonas húmedas del país, fundamentalmente en Sine-Saloum y la Casamance. Es algo así:
Livelihoods Funds es una fundación internacional con sede en París cogestionada por grandes empresas entre las que se encuentran Danone, Crédit Agricole o Michelin. Opera fondos en los que invierten estas grandes empresas, como el Fondo de Carbono para Medios de Vida, que se articula en el Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL), uno de los tres mecanismos de flexibilidad establecidos en el Protocolo de Kioto. A través del MDL los países desarrollados (anexo I) pueden financiar proyectos de mitigación de emisiones de gases de efecto invernadero dentro de países en desarrollo (no anexo I) y recibir a cambio Certificados de Reducción de Emisiones o Créditos de Carbono aplicables a cumplir con su propio compromiso de reducción. El MDL se implementa mediante proyectos de reducción de emisiones y, a menor escala, mediante proyectos de forestación y reforestación. Al margen de este esquema, también funcionan los mercados voluntarios de carbono.
OCEANIUM se creó en 1984 y en 2006 comenzó a desarrollar acciones piloto de restauración de manglares en colaboración con las comunidades locales. Las primeras reforestaciones de importancia se financiaron por un consorcio establecido entre Danone, la Convención RAMSAR y la UICN, en lo que constituyó el primer proyecto registrado MDL en zonas húmedas. El proyecto actual se ha validado y verificado a través del estándar de carbono voluntario VCS e incluye la plantación de más de 10.000 hectáreas de manglares efectuadas a partir de 2009.
El desarrollo de un proyecto de carbono es un proceso farragoso que precisa un alto nivel de especialización. Por ello, el proyecto de restauración de manglares en Senegal cuenta con la consultoría internacional de AGRESTA, que con su equipo de expertos elabora los documentos técnicos y asesora durante todo el proceso. Esta asesoría incluye la redacción del Project Design Document (PDD); la justificación de la adicionalidad; la estimación de los stocks de carbono o el monitoreo periódico de su fijación en la biomasa generada.
Pero iba a tener que esperar a llegar a la Casamance para conocer más detalles de esta enorme iniciativa de reforestación de manglares, un proyecto que va mucho más allá de la fijación de carbono.
Como señalan los técnicos de AGRESTA en un artículo publicado junto con otros autores sobre la aplicación de sensores remotos en el monitoreo de biomasa aérea de las plantaciones de manglares en Senegal:
“Los manglares son ecosistemas altamente productivos y son capaces de secuestrar y almacenar grandes cantidades de carbono. También desempeñan un papel clave en la producción de madera y productos forestales no maderables, la protección de la costa, el suministro de áreas de pesca o el filtrado de la contaminación del agua. Por estas razones, los ecosistemas de manglares son zonas de gran interés para proyectos de mitigación y adaptación al clima.”
Gracias a Octavio, en Joal había conocido a Karim, director del Área Marina Protegida de Joal-Fadiouth. Las Áreas Marinas Protegidas (AMP) son espacios creados para la conservación de la biodiversidad y el manejo sostenible de los recursos marinos y costeros. El AMP de Joal-Fadiout se fundó en 2004, se localiza a las puertas del gran Delta del Sine-Saloum y ocupa 17.400 hectáreas de superficies marinas y costeras, incluyendo una importante extensión de manglares.
Los manglares de Joal-Fadiout, al igual que los del resto del país, están dominados por el Mangle Rojo (Rhizophora mangle y Rhizophora racemosa), con presencia de Mangle Negro (Avicenia africana), Mangle Blanco (Laguncularia racemosa) y Mangle Gris (Conocarpus erectus) en terrenos más elevados, más alejados del influjo de las mareas y con mayores niveles de salinidad.
Los manglares son uno de los ecosistemas más productivos del mundo gracias a los aportes de las mareas y constituyen un reservorio de biodiversidad. La producción de hojarasca por los Mangles aporta una importante fuente de materia orgánica y de nutrientes en el sistema. Por otro lado, su intrincada red de raíces proporciona un hábitat crucial para gran cantidad de peces, ostras (Crassostrea gabar), almejas (Anadara senilis), camarones y cangrejos (Uca sp.), que constituyen un incomparable recurso alimenticio para otro gran número de especies de aves que, a su vez, favorecen el crecimiento de los manglares al aportar nitrógeno al suelo con sus deyecciones, cerrando la cadena trófica de esta auténtica “red de raíces”. Los extensos manglares del Sine Saloum también son el hogar de mamíferos terrestres como las hienas y los colobos rojos y de especies marinas emblemáticas como el manatí (Trichechus senegalensis), la tortuga verde (Chelonia mydas) o el delfín (Delphinus delpis).
Desde antiguo se ha establecido una relación dinámica y compleja entre las comunidades locales de Joal-Fadiout y el ecosistema de manglares en el que se asientan, dando origen a un rico patrimonio histórico y cultural. Además de la propia población de Fadiout, construida sobre siglos de acúmulos de conchas, resultan de interés cultural los graneros de mijo elevados con pilotes sobre el agua para proteger las cosechas de incendios y roedores. En el AMP de Joal-Fadiout el equipo de Karim trabaja por preservar esta relación hombre-naturaleza con el doble objetivo de conservar la biodiversidad marina y costera y de mejorar la situación socioeconómica de la población.
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