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El paraíso de las aves (1 de 8)

Un relato forestal viajero por Nueva Zelanda en 2018

Las montañas del Takahe

Nueva Zelanda un día fue el paraíso de las aves. En aquel tiempo, numerosos pájaros, muchos de ellos no voladores, se extendían desde los majestuosos bosques de Kaurís del norte de la Isla Norte hasta los frondosos bosques de Hayas del sur de la Isla Sur; desde los altivos bosques de Kahikateas hasta los altos pastizales alpinos. Fue una época en la que gigantescos Moas vagaban por bosques y praderas y eran cazados por águilas que pesaban hasta dieciocho kilos. Hoy todavía perviven algunas reliquias de aquel tiempo, como el Takahe. En mis primeros días de trekking por Nueva Zelanda voy a caminar muy cerca de las montañas de los últimos Takahes.

Takahe

Se estima que aproximadamente el 55 % de las especies de aves de Nueva Zelanda se han extinguido en los últimos mil años. El Takahe de la Isla Norte o Moho forma parte de la negra lista de especies desaparecidas. El Takahe de la Isla Sur también se consideró extinto, hasta que fue redescubierto en 1948 en lo más profundo de las Murchinson Mountains, en el corazón del Parque Nacional de Fiordland.

Como parte del Plan de Recuperación del Takahe se ha declarado la “Murchinson Mountains Especial Takahe Area”, un territorio de unas 50.000 ha en el que el acceso al público está restringido. Allí sobrevive la última población salvaje de Takahes, con aproximadamente 130 individuos.

Murchinson Mountains

Para conocer las “Montañas del Takahe” me tendré que desplazar a las vecinas Kepler Mountains, en las que se puede recorrer una  de las nueve grandes caminatas o Great Walks de Nueva Zelanda gestionadas por el Departamento de Conservación: el Kepler Track.

Inicio el Kepler Track en la tranquila población de Te Anau, a orillas del lago del mismo nombre. Al poco de empezar a andar llego al “Te Anau Bird Sanctuary”, en el que se desarrolla un programa de recuperación del Takahe. Es un privilegio poder observar a los Takahes en cautividad contra el telón de fondo de las montañas en las que sobreviven los últimos ejemplares salvajes. El Takahe es una especie de calamón fornido de color azul verdoso y con un llamativo pico rojizo. Es un ave no voladora que pasa la mayor parte del año en las praderas alpinas, alimentándose de matas herbáceas y que con la llegada de la nieve en invierno se ve obligada a refugiarse en los valles boscosos de hayas, donde su fuente principal de alimentos es el rizoma del helecho Hypolepis millefollium.

Te Anau Bird Sanctuary

Dejo el santuario de aves y a sus Takahes y me interno por primera vez en los bosques de hayas (Nothofagus spp.) de Nueva Zelanda. El sendero discurre de forma apacible paralelo a la orilla del lago Te Anau. El bosque me resulta familiar, como si paseara a la sombra de nuestros robles y hayas europeos.

Bosques de haya (Notofagus spp.) de Nueva Zelanda
Bosques de haya (Notofagus spp.) de Nueva Zelanda

Me gusta caminar solo por el bosque. Encuentro deslumbrantes las vistas desde las cumbres en la alta montaña; relajante el murmullo de las olas en un paseo junto al mar; luminosa la amplitud de los espacios abiertos. Pero es en los bosques donde me encuentro a mí mismo. Caminando por el bosque, despacio, a ratos admiro las caprichosas formas de los árboles; a ratos me detengo a descubrir sus sonidos; a ratos me pierdo en mis pensamientos. Creo que caminando por el bosque es cuando me surgen los pensamientos más lúcidos y emocionantes.

Caminar me parece la mejor manera de acercarme a un paisaje, a su gente, incluso a mí mismo.  Milan Kundera en “La Lentitud” echaba en falta a los caminantes:

Ay, ¿dónde estarán los paseantes de antaño? ¿Dónde estarán esos héroes holgazanes de las canciones populares, esos vagabundos que vagan de molino en molino y duermen al raso? ¿Habrán desaparecido con los caminos rurales, los prados y  los claros, junto con la naturaleza? Y reivindicaba el placer de la lentitud: Quiero contemplar todavía a mi caballero que se dirige lentamente hacia la calesa. Quiero saborear el ritmo de sus pasos: cuanto más avanza más lentos son. Creo reconocer en esa lentitud una señal de felicidad.”

Camino absorto en mis pensamientos. De repente se me escapa un suspiro. Según avanzaba el bosque ha ido cambiando y ya en poco se parece a los hayedos y robledales de mi tierra. Una profusión de helechos tapiza el suelo, otros se alzan desafiantes hacia las copas. Tengo la sensación de haber retrocedido en el tiempo y de que en cualquier momento aparecerá un dinosaurio desde la espesura.

Caminando por el bosque de Nothofagus
Caminando por el bosque de Nothofagus

En realidad, puede que no ande tan desencaminado. Este paisaje, casi sacado de Parque Jurásico, ha sido durante mucho tiempo el paraíso de los que algunos consideran los últimos dinosaurios: las aves.

Hasta la llegada de los maoríes, hace más de 1.000 años, los únicos mamíferos terrestres que habían llegado a las islas eran los murciélagos. Prácticamente sin predadores naturales, a excepción de algunas rapaces ciertamente aterradoras, muchas aves evolucionaron hacia hábitos terrestres, como el Moa, el Takahe, el Kiwi o el Kakapo, que es el único loro terrestre del mundo. Si bien los Moas hace tiempo que se extinguieron, los Kiwis, los Kakapos y los Takahes sobreviven en estado salvaje. Los Takahes, concretamente a unas escasas decenas de kilómetros de mi sendero.

Bosques de hayas (Nothofagus spp.) de Nueva Zelanda

Me imagino como un Takahe que se ha refugiado en invierno en este hayedo y pasa el día vagabundeando a la búsqueda de rizomas de helecho de los que alimentarse ¡Seguro que al Takahe también le gusta caminar solo por el bosque!

Paso la noche en el campamento de Brod Bay, en la orilla del lago y a la mañana regreso al camino, que asciende sin resuello hasta alcanzar las praderas alpinas por encima del límite superior del bosque.

Takahe

Desde el Luxmore Hut tengo magníficas vistas de las Murchinson Mountains, las “Montañas del Takahe”. Disfruto de una jornada alpina por las cumbres de las Kepler Mountains hasta que el sendero empieza a descender a través del hayedo hacia el campamento de Iris Burn Hut. Allí paso en la tienda de campaña mi segunda y última noche del trekking antes de emprender el largo tramo de regreso a Te Anau.

Las Kepler Mountains
Las Kepler Mountains

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