Echando raíces en la arena (III). Fijando las dunas de Lompoul
La ONGD Solidaridad Internacional y su socio local Fadec Nord llevan trabajando desde 2009 en un proyecto de fijación de dunas en el área de Lompoul para proteger las cuencas hortícolas y en consecuencia a los pequeños agricultores locales. Este intento de poner freno a la desertificación toma como referencia la experiencia local de la banda de “Filao” y la iniciativa panafricana de la Gran Muralla Verde.
En la visita a las áreas reforestadas hacemos una primera parada en el vivero forestal, a las afueras de la población de Lompoul. Son algo menos de dos hectáreas que en primavera reverdecerán con miles de pequeñas plántulas listas para su misión de colonizar las dunas. Como es noviembre, el vivero parece descansar, si no fuera por unos cuantos bancales con plantones de árboles frutales y el ruido del sistema de bombeo, con su motobomba alimentada por paneles solares. Entre marzo y abril la actividad se volverá frenética con la siembra en bolsas de más de 200.000 Eucaliptos y Acacias que, tras unos cinco meses de cuidados, en julio estarán listos para su trasplante a las dunas.
El camión todoterreno se detiene en mitad de las dunas reforestadas este pasado verano. Resulta sorprendente ver crecer las plántulas de eucalipto en la misma arena. Desde que conocí este proyecto, me llamó la atención que la principal especie utilizada sea un Eucalipto (Eucalyptus camaldunensis) en lugar de las especies locales adaptadas a condiciones extremas. Al bajar del camión y pisar la arena comprendo que elegir la especie óptima para plantar estos terrenos seguramente no es tan sencillo.
Por un lado, el ecosistema de los “Niayes” ocupa una superficie muy pequeña y se ha visto tradicionalmente muy alterado por el desarrollo de los cultivos hortofrutícolas. Por ello, parece coherente fomentar la reforestación con especies forestales autóctonas propias de la zona como Acacia raddiana, Parinari macrophylla o Balanites aegyptiaca.
Por otro lado, una mirada más en detalle posiblemente nos muestre que estas especies colonizan fundamentalmente las depresiones interdunares y pequeñas superficies con algo de suelo y disponibilidad de agua. En las dunas propiamente dichas únicamente se observa la presencia de una vegetación muy rala y frágil. Además, si nos desplazamos hasta las primeras reforestaciones con Eucalipto en la zona, que tuvieron lugar hace ya casi diez años, podremos comprobar su éxito en la fijación de las dunas y la defensa de los cultivos locales cercanos.
En todo caso, junto a los Eucaliptos se están introduciendo otras especies como Acacia albida, Acacia raddiana, Acacia senegal, Anacardium occidentale o Prosopis juliflora. Parece interesante fomentar la implantación de estas especies en aquellos enclaves con mejores condiciones edáficas, como barreras cortaviento para proteger los cultivos o incluso como una segunda fase de reintroducción en aquellas zonas en las que la masa de eucalipto haya conseguido fijar las dunas y generar suelo. Mención aparte merece Prosopis juliflora, una especie de origen americano que se ha introducido con profusión en las zonas sahelianas por su excelente adaptación a condiciones áridas y por su aporte de leña y forraje. Sin embargo, en muchas zonas ha demostrado un marcado carácter invasor, que ha ocasionado importantes problemas en áreas de países como Sudán, Etiopía o Kenia. Prosopis juliflora sobrelleva a la vez el honor de haber sido declarada en su día “Planta Real” en India por abastecer de leña a la población, y el deshonor de haber sido prohibida en Sudán por sus características invasoras, con orden gubernamental de destruir todas las plantas. Por ello, parece conveniente monitorear correctamente su evolución a fin de evitar posibles problemas derivados de una expansión incontrolada en las cuencas cultivadas.
En un clima tan árido, la correcta elección de la época de plantación resulta igualmente básica para el éxito del enraizamiento. Aquí se planta hacia el mes de julio, tras la primera y esperada lluvia de 50 milímetros.
Con la plantación de Eucaliptos a una densidad de 1.670 plantas por hectárea se pretende un control biológico del avance de las dunas. El Eucalipto se adapta a estas duras condiciones de arenas móviles y precipitaciones anuales que varían entre los 200 y los 500 milímetros. Para la protección de las cubetas agrícolas, como barreras cortavientos, se emplean diversas especies locales de Acacias y otras exóticas como Anacardium occidentale y Prosopis juliflora.
La plantación se refuerza con un control mecánico de las dunas mediante paneles de un arbusto local, el Guer (Guiera senegalensis). Los paneles funcionan como barreras, protegiendo a las plántulas y frenando el avance de la arena y cuando se descomponen se transforman en un bienvenido abono y compost.
La labor es ardua. Desde que se iniciaran los trabajos hace ya 10 años, se ha plantado una superficie de unas 630 hectáreas. Sólo en 2018, se han reforestado 100 hectáreas, para lo que se han utilizado cerca de 200.000 plantas y 33.000 paneles de protección. Con estas acciones se ha generado trabajo, directo o indirecto, para más de 200 personas, desde la necesaria para el manejo del vivero hasta la que efectúa la reforestación de las dunas. Además, para proteger la forestación del ganado, se contrata un guarda local para cada 25 hectáreas durante un período de 18 meses.
Los Peuls son los pastores trashumantes del Sahel. Con su forma de vida nómada han convertido tradicionalmente el desierto de Lompoul en su hogar, desplazándose con el ganado entre el viento y la arena. Hoy, gracias a la estabilización de las dunas, han optado por asentarse en comunas permanentes y han incorporado la agricultura en pequeños huertos. Fijando las dunas se ha fijado la población al mejorar sus medios de vida.
Pero quizás ha llegado el momento de integrar otros factores en la ecuación: la restauración ecológica del ecosistema de los “Niayes” o la gestión racional del agua para que no se agote y salinice tienen que ser factores relevantes en esa fórmula.
En todo caso, la colaboración a largo plazo entre una organización española, Solidaridad Internacional, otra senegalesa, Fadec Nord, y la población local de Lompoul ha generado un halo de verde esperanza para una tierra gravemente amenazada por la desertificación.
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