El circo de Mafate. Escuchando a la montaña (1)
La primera jornada del trekking es un preludio de lo que nos espera las próximas dos semanas. Desde La Providence, a las afueras de St. Dennis y prácticamente al nivel del mar, vamos a ascender en un solo día hasta los 1.830 metros de la Plaine des Chicots.
La vegetación que atraviesa el camino no muestra la frondosidad de las murallas del circo de Salazie: estamos en el bosque semiseco. Típico de las zonas bajas de la mitad occidental de la isla, la situada “bajo el viento”, se estima que solo queda un 1% del bosque semiseco original, ya que la acción humana lo ha eliminado casi por completo. Una de estas reliquias es el bosque de La Providence, que con una serie de carteles junto al camino nos invita a descubrir algunos de los árboles indígenas que alberga. El Bois de Gaulette (Doratoxylon apetalum) se ramifica desde la base en largas ramas rectas, con las que se elaboran cañas de pesca y unos bastones denominados precisamente “gaulettes”. El Bois d´Huile (Erythroxylum hypericifoium) pertenece al mismo género que la Coca sudamericana. El Bois de Judas (Cossinia pinnata) lleva el engaño marcado en su nombre, pues su madera cortada se confunde con la del Bois de Fer (Sideroxylon majus), ésta de gran dureza y durabilidad.
Pero por desgracia, en el bosque de La Providence predominan otras plantas que han llegado recientemente: las especies exóticas invasoras. De acuerdo a la ONF, en la isla hay más de 2.000 especies exóticas, de las que más de 600 se han naturalizado y de ellas 64 se consideran invasoras. El Choca Vert (Furcraea foetida) es una especie de ágave originario de Centroamérica que se empezó a cultivar a principios del S. XIX ya que con sus fibras se fabricaban cuerdas y sacos para embalar el azúcar. El Longose (Hedychium sp.) es una planta originaria del Himalaya que se introdujo como ornamental y para destilar sus aceites esenciales. El Goyavier (Psidium cattleianum) se importó de Brasil para recolectar sus sabrosos frutos rojos. El control de éstas y otras especies invasoras como la Vigne Marron (Rubus alceifolius) se ha convertido en una de las principales preocupaciones para la conservación de la valiosa biodiversidad de la isla.
En Mamode Camp el paisaje se transforma radicalmente y el camino atraviesa una plantación forestal de Criptomeria (Cryptomeria japonica). La Criptomeria de Japón se empezó a plantar a gran escala en la década de 1950 como defensa frente a la erosión y sobre todo para satisfacer la demanda de madera en la isla. Actualmente se cortan unos 8.000 metros cúbicos de madera de Criptomeria al año, lo que la convierte en la principal especie maderera de La Reunión.
Tenemos la suerte de que Didier, nuestro guía, es un apasionado de la naturaleza de La Reunión y a cada paso nos muestra los secretos de su geología, de su fauna y de su flora. Según ganamos altura vamos entrando en el bosque de Maderas de Color de los Altos o “Bois de Couleur des Hauts”, caracterizado por la gran variedad de árboles endémicos con maderas de distintos colores. Didier nos habla del sabor dulce de las hojas en forma de espada de la Paille Sabre (Machaerina iridifolia) o de las propiedades abortivas del Bois de Negresse (Phillanthus phyllireifolius), muy demandadas en los tiempos de la esclavitud cuando alguna esclava negra quedaba embarazada de su amo.
Con dificultad, intentamos diferenciar las tres especies de helechos arborescentes, que aportan un toque tropical al entorno. El Fanjan Male (Cyathea borbonica) se distingue por sus frondes bipinnados de los Fanjan Femelle (Cyathea glauca y Cyathea excelsa), que tienen las hojas tripinnadas. Pero tengo que recurrir a Didier para que me explique que el helecho que acabo de fotografiar es un Cyathea glauca, reconocible por los ejes de los frondes rojizos y tomentosos. Tradicionalmente se han empleado las raíces adventicias del Fanjan Hembra para la artesanía de macetas y soportes de orquídeas o “fangeans”, aunque su uso se encuentra actualmente regulado y solo se pueden elaborar a partir de ejemplares muertos.
El camino continúa subiendo sin descanso, como si tuviera prisa por llegar hasta las alturas de las montañas. De pronto, el paisaje vuelve a cambiar súbitamente y nos sumergimos en un bosque de bambú. El Calumet (Nastus borbonicus) es el único bambú endémico de La Reunión. El gran viajero Bory de Saint-Vicent lo definió como “una de las más bellas gramíneas que existen”. Los mechones de hojas a lo largo de sus finos troncos le dan su hermosa apariencia.
El Calumet suele aparecer asociado al Tamarin des Hauts (Acacia heterophylla). Este árbol se va haciendo más abundante a medida que nos acercamos a nuestro refugio en la Plaine des Chicots, hasta formar masas prácticamente monoespecíficas entre los 1.500 y los 1.900 metros de altitud. Estamos también en el hábitat del Tuit-Tuit, un ave endémica en peligro crítico de extinción.
Como indica su nombre científico, el Tamarin des Hauts es una acacia con una particularidad típica de muchos árboles de La Reunión: las hojas juveniles son muy diferentes de las adultas. Mientras que las juveniles están formadas por pequeños foliolos, las hojas adultas son simples y aplanadas. En realidad, se trata de filoides o peciolos transformados en órganos foliares, como se aprecia en las hojas de transición. A pesar de que este árbol puede alcanzar los veinte metros de altura, su enraizamiento superficial lo hace muy susceptible al efecto de los ciclones. En la Plaine des Chicots podemos observar grandes ejemplares con troncos tortuosos e incluso volcados que luchan por enderezar sus ramas.
El Tamarin des Hauts es una especie pionera y heliófila, con escasa regeneración bajo su propia sombra, con lo que la dinámica natural debería provocar que sea paulatinamente sustituido por el bosque de Maderas de Color de los Altos. La acción del fuego, por el contrario, le favorece enormemente. Tras los incendios sus semillas germinan profusamente, generando un auténtico tapiz de pequeñas acacias. Esta característica es utilizada por los técnicos de la ONF para su gestión forestal en masas regulares, ya que tras la tala regenera con la misma facilidad que tras los incendios. La madera del Tamarin des Hauts es de una calidad excelente para ebanistería y para la elaboración de “bardeaux”. Actualmente, se obtienen unos 500 metros cúbicos anuales de madera y leña de Tamarin des Hauts, principalmente en el bosque de Bélouve y en las laderas exteriores de Mafate, como el bosque de Tevelave.
Por encima de los 1.900 metros el bosque es sustituido por la vegetación ericoide o de brezales, dominada por el Branle Vert (Erica reunionensis), con presencia del Branle Blanc (Stoebe passerinoides), el Branle Bâtard (Phylica nítida) o el Ambaville Blanc (Hubertia tomentosa).
Madrugamos para disfrutar del amanecer desde los 2.276 metros de la cumbre de la Roche Ecrite. A medida que las ilumina el sol, descubrimos las principales cimas de la zona: el Piton des Neiges, la Gros Morne, el Gran Benaré o el Cimendef. Abajo, el circo de Salazie se muestra ya iluminado mientras que el circo de Mafate todavía se oculta bajo un denso manto de nubes.
Desde la Roche Ecrite, una continua bajada nos conducirá hasta el pueblo de Dos-dÁne bordeando los acantilados superiores del circo de Mafate. Enseguida nos sumergimos de nuevo en el bosque húmedo de “Bois de Couleur des Hauts”. Si nos esperamos el típico bosque tropical de enormes troncos que se elevan hacia el cielo nos llevaremos una decepción. Pero si sabemos apreciar la belleza de estos árboles de no más de 10 metros adaptados a los cíclicos ciclones, descubriremos una variedad de endemismos apasionante: el Change-Écorce (Aphloia theiformis), fácilmente reconocible por su corteza que se desescama; el Bois Maigre (Nuxia verticilata), con sus hojas verticiladas en tríos; el Tan Rouge (Weinmannia tinctoria), del que se obtiene una miel muy apreciada; el Losto Café (Gaertnera vaginata), con sus frutos que recuerdan granos de café; o la Canne Marrone (Cordyline mauritiana), con largas hojas que recuerdan a las de la caña de azúcar.
El mirador de Cap Noir nos muestra una magnífica panorámica del circo de Mafate. Enmarcado por las alturas de la Roche Ecrite, el Cimendef, el Pitón de Neiges y el Gran Benare, el circo nos parece una incoherente sucesión de afiladas montañas, gargantas encajadas y pequeñas planicies habitadas que llaman “ilets”. Intentamos adivinar el camino de los próximos días entre picos como el de Cabris o el de Papangue, crestas como la de Aurere o la de la Marianne y valles como la Rivière des Galets o la Bras de Sainte-Suzanne.
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