Progreso:

El paraíso de las aves (3 de 8)

Los guardianes de las montañas

El Kea es el único loro alpino del mundo. Solo habita en la Isla Sur de Nueva Zelanda y a pesar de que resulta fácil encontrarlo en zonas frecuentadas por turistas, está catalogado “en peligro de extinción”. Su comportamiento curioso y su ausencia de miedo le hace buscar la interacción con la gente, lo que tradicionalmente ha sido fuente de conflicto. Se estima que entre 1870 y 1970 fueron sacrificados unos 150.000 Keas, acusados públicamente de atacar y matar ovejas. Hoy, los Keas son una atracción para los turistas, que únicamente se tienen que preocupar de evitar que dañen las gomas de las ventanillas de los coches o las correas de las tiendas de campaña para disfrutar de sus travesuras. Se considera que los Keas son una de las aves más inteligentes del mundo. Se ha constatado que han llegado a aprender a abrir grifos de agua o a encerrar a montañeros desprevenidos en los baños públicos. Los primeros maoríes que recorrieron los Alpes del Sur en busca de pounamu consideraban a los Keas “los guardianes de las montañas”.

Kea (Nestor notabilis)
Kea (Nestor notabilis)

Antes de despedirme de las montañas de la isla Sur me he acercado a su parte más alpina, al Parque Nacional de Mount Cook. Aquí se alza la mayoría de los tresmiles del país y entre ellos el monte Cook o Aoraki, que con sus 3.724 metros es el techo de Nueva Zelanda.

Desde Mount Cook Village camino unos pocos kilómetros por el valle de Hooker hasta el campamento de White Horse Hill, donde pretendo pasar la noche en mi tienda de campaña. Acostumbrado ya a los remotos campamentos del Kepler y del Routeburn Track, llegar aquí es una pequeña decepción. El campamento está abarrotado de coches, caravanas y gente.

Este es un enclave privilegiado para dar cortos y sencillos paseos en un entorno alpino con vistas espectaculares de lagos, glaciares y, por supuesto, del imponente monte Cook. Difícil pretender que además no haya turistas.

Aprovechando que hace un día magnífico, camino hasta la concurrida base del glaciar Hooker. El camino serpentea por el valle de forma relajada por  varios puentes colgantes, sin perder nunca de vista la mole del monte Cook, que con apariencia dominante es el protagonista indiscutible de la escena. Al atardecer me acerco, ya prácticamente en solitario, hasta el Kea point, un mirador en el que la morrena del glaciar Mueller me vuelve a enmarcar el monte Cook.

Monte Cook

A mis ojos de simple aficionado a la montaña el monte Cook parece una fortaleza inexpugnable, fuera de mi alcance. A los ojos de un verdadero alpinista es un símbolo del montañismo. Entre estas cimas dio Edmund Hillary sus primeros pasos en la montaña. Pasos que no detuvo hasta conseguir, junto al sherpa Tenzig Norway, conquistar por primera vez el monte Everest.

Monte Cook
Monte Cook

A la mañana siguiente madrugo con la intención de hacer otra ruta. Pretendo llegar al Mueller Hut, que promete, como no, deslumbrantes panorámicas del monte Cook. Al contrario de los paseos del día anterior, ésta ya se puede considerar una caminata alpina. Tras salvar casi 1.000 metros de desnivel, el Mueller Hut se encuentra a otros escasos 150 metros de desnivel del monte Olivier, la primera cima que ascendió Hillary en sus inicios en el montañismo. Alcanzo altura rápidamente gracias a unos interminables escalones de listones de madera con el que los neozelandeses han tenido a bien equipar el primer tramo. El resto de la subida ya es el típico sendero de montaña.

Valle Hooker

Nunca hay que tomarse muy en serio las promesas de vistas espectaculares en la montaña. Las nubes llevan tiempo avisándome de que el espectáculo está próximo a terminar y antes de llegar a mi destino estoy en medio de una espesa niebla. Con pena, decido dar media vuelta. Desde media ladera he tenido al menos la oportunidad de admirar una hermosa vista del valle Hooker, con el camping de White Horse Hill a mis pies y la pequeña población Mount Cook Village más a lo lejos, en la que destaca, altivo, el complejo hotelero del Hermitage.

El Hermitage también está unido a Hillary y, por consiguiente, a la historia del alpinismo. Contaba Hillary en “Mi camino al Everest” que:

“Tenía veinte años cuando realicé mi primer gran viaje. Con un viejo amigo visité la isla sur de Nueva Zelanda. Uno de nuestros planes consistía en pasar dos días en un famoso complejo turístico, el Hermitage, justo en el centro de los gigantescos picos de los Alpes del Sur.” (…) “Sentado en el salón, esa tarde, me sentía de nuevo hiperactivo y excitado. Y entonces, de repente, el rumor de voces se calmó, levanté la vista y vi dos hombres jóvenes entrar en la habitación. Se les veía potentes y bronceados; un indiscutible aire de autoconfianza flotaba a su alrededor. Pude oír un rumor por toda la habitación: <Acaban de escalar el monte Cook>” (…) “Me retiré a un rincón del salón con un cierto sentido de inutilidad, pensando si mi existencia realmente tenía un sentido. Estos tipos están sacando, de verdad, algo de emoción a esta vida, pensé. Allí, entonces, decidí hacerme montañero. Mañana escalaría algo.”

Ese algo fue el monte Olivier. Después llegaría el monte Cook y…¡el Everest!

Mucha gente se pregunta  qué puede llevar a alguien a querer alcanzar las más altas cimas de las montañas. Creo que el propio Edmund Hillary lo resumió perfectamente en una pequeña anécdota:

Disfruté cada minuto, porque era el valle más hermoso que había visto nunca. Y cuando, varios días más tarde, lo abandonamos, sabía que no iba a olvidar sus picos altísimos y su tosca belleza. A la menor oportunidad, volvería para ver sus flores y sueños chispeantes, y para aceptar el reto de sus montañas sin conquistar aún.”

Por un lado está la relajante belleza de las montañas; por otro, el excitante reto de conquistarlas. La satisfacción de alcanzar una cima, la de llegar por primera vez a la montaña más alta del mundo, la describió también Hillary:

“Sentí una tranquila llama de satisfacción extendiéndose a través de mi cuerpo, una satisfacción menos escandalosa, pero más poderosa que la que había sentido hasta ahora al alcanzar la cima de cualquier otra montaña.”

Monte Cook

Los alpinistas son, como los Keas, “los guardianes de las montañas”.

¿Qué te ha parecido este relato viajero?

Si quieres hacer algún comentario, este es tu espacio.

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Logotipo conectando bosques
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.

Puedes revisar nuestra política de privacidad en la página de privacidad y cookies.