1. Un relato forestal viajero por Rumanía en 2019
Como si siguiera los pasos de Jonathan Harker dirigiéndose por primera vez al castillo del conde Drácula, hago una pequeña parada en Budapest para disfrutar de sus puentes sobre el Danubio, de sus espectaculares edificios y de unas cervezas en sus ruin bars. A la mañana continuaré mi viaje en furgoneta rumbo a Transilvania. Voy camino de los Cárpatos rumanos y sus bosques de leyenda. Y para leyenda, ¡la de Drácula!:
“Capítulo 1 del diario de Jonathan Harker. Bistritz, 3 de mayo. Salí de Münich a las 8:35 de la noche del primero de mayo, llegué a Viena a la mañana siguiente, temprano; debí haber llegado a las seis cuarenta y seis; el tren llevaba una hora de retraso. Budapest parece un lugar maravilloso, a juzgar por lo poco que pude ver de ella desde el tren y por la pequeña caminata que di por sus calles. Temí alejarme mucho de la estación, ya que, como habíamos llegado tarde, saldríamos lo más cerca posible de la hora fijada. La impresión que tuve fue que estábamos saliendo del oeste y entrando al este. Por el más occidental de los espléndidos puentes sobre el Danubio, que aquí es de gran anchura y profundidad, llegamos a los lugares en otro tiempo sujetos al dominio de los turcos.”

Bram Stoker escribió “Drácula” sin haber visitado jamás Transilvania pero, como pone en boca de su personaje Jonathan Harker, realizó una extensa investigación en las salas del Museo Británico:
“Como dispuse de algún tiempo libre cuando estuve en Londres, visité el British Museum y estudié los libros y mapas de la biblioteca que se referían a Transilvania; se me había ocurrido que un previo conocimiento del país siempre sería de utilidad e importancia para tratar con un noble de la región. Descubrí que el distrito que él me había mencionado se encontraba en el extremo oriental del país, justamente en la frontera de tres estados: Transilvania, Moldavia y Bucovina, en el centro de los montes Cárpatos; una de las partes más salvajes y menos conocidas de Europa.”

Incluso el conde Drácula, como pronto le confesó a Jonathan Harker, llevaba mucho, mucho tiempo planificando su próximo y sangriento viaje a Inglaterra con la compañía de los libros:
“Estos compañeros —dijo, y puso su mano sobre unos libros han sido muy buenos amigos míos, y desde hace algunos años, desde que tuve la idea de ir a Londres, me han dado muchas, muchas horas de placer. A través de ellos he aprendido a conocer a su gran Inglaterra; y conocerla es amarla. Deseo vehemente caminar por las repletas calles de su poderoso Londres; estar en medio del torbellino y la prisa de la humanidad, compartir su vida, sus cambios y su muerte, y todo lo que la hace ser lo que es.”
Un buen viaje se vive tres veces: cuando se planifica, cuando se realiza y cuando se recuerda; más aún cuando se escribe. Intento acompañar los tres viajes con lecturas, que ayudan a comprender mejor lo vivido o lo por vivir. En mi viaje a Rumanía me acompaña el clásico ejemplar de Drácula y diversos apuntes sacados de internet sobre los bosques de los Cárpatos:
«Mi querido amigo: bienvenido a los Cárpatos. Lo estoy esperando ansiosamente. Duerma bien, esta noche. Mañana a las tres saldrá la diligencia para Bucovina; ya tiene un lugar reservado. En el desfiladero de Borgo mi carruaje lo estará esperando y lo traerá a mi casa. Espero que su viaje desde Londres haya transcurrido sin tropiezos, y que disfrute de su estancia en mi bello país. Su amigo, DRÁCULA»
Yo no tenía una invitación tan amable como la del conde Drácula. Un guía rumano que hablaba español con el que intenté contactar me respondió: “Es una ruta muy interesante lo que desea hacer usted, espero que no viaja solo, recorrer los bosques solo es un peligro en Rumanía, y no es broma. Hay más de 10.000 osos, y cada semana hay accidentes. Si no son los osos, son los perros de los pastores, cada rebaño tiene unos 8 – 10 perros, no le recomiendo ir solo”. Parece que el viaje se me empezaba a torcer desde antes de empezar. Para rematar me advertía: “Debe tener cuidado con el tráfico, aquí se conduce muy mal, mucha gente no respeta las normas y adelantan de cualquier forma…”.

No sé, parecía que mi viaje se empezaba a asemejar al de Jonathan Harper al encuentro de Drácula:
“Unos instantes antes de que saliera, la anciana subió hasta mi cuarto y dijo, con voz nerviosa:—¿Tiene que ir? ¡Oh! Joven señor, ¿tiene que ir?”
En Internet había leído que los Cárpatos son una cadena montañosa que recorre Rumanía, primero de norte a sur y después de este a oeste y que Transilvania es la región que queda al noroeste de esta doble alineación. Transilvania, al otro lado de los bosques, de los bosques de leyenda. Había leído que en los Cárpatos se mantienen varios de los últimos bosques primarios de Europa, algunos catalogados Patrimonio Mundial de la UNESCO. Y había leído sobre un importante conflicto medioambiental por la explotación forestal de algunos de estos bosques únicos. ¡Tenía que ir!

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