Las poblaciones del Yukón
Hace ya más de una semana que aterrizamos en Whitehorse. Desde aquí nos hemos desplazado por carretera a Skagway, con parada en Carcross. Hemos recorrido caminando el Chilkoot Trail y hemos volado en hidroavión desde Bennet nuevamente a Whitehorse. En un par de días, Whitehorse volverá a ser nuestro punto de partida, pero esta vez hacia la mítica población de Dawson City.
Carcross
En pleno territorio de la Primera Nación Carcross Tagish y en la orilla norte del lago Bennet está la pequeña población de Carcross.
Su emplazamiento era tradicionalmente un campamento indio de caza y pesca llamado Naataase Héen (el agua que corría a través de los estrechos) en lengua Tlingit y Todezdáané (el viento que sopla todo el tiempo) en lengua Tagish. Durante la fiebre del oro se fundó Carcross, originalmente Caribou Crossing, y se convirtió en un importante punto de paso de los buscadores de oro hacia Dawson City, lo que definió su conformación actual.

Visitando el Carcross Commons me llama la atención el esfuerzo que realizan actualmente los indios Tagish para trasmitir su cultura a los visitantes. En uno de los paneles informativos nos dan la bienvenida en inglés:
«Nuestros antepasados han vivido en esta tierra durante miles de años y nuestras historias están seguras en los recuerdos de nuestros ancianos. Fueron una gente fuerte y decidida que sobrevivió al clima del norte y equilibró su modo de vida en unidad con la tierra y con los animales. Hoy llevamos este legado con respecto a su honor y os damos la bienvenida a visitar nuestra tierra y con nuestro pueblo.«
La Primera Nación de Carcross Tagish es un mestizaje de los pueblos originales de esta zona: los Tlingit de la costa y los Tagish del interior. A través de los pasos de montaña, como el Chilkoot o el White Pass, los Tlingit establecieron un próspero comercio con los pueblos del Yukón, que en muchas ocasiones desembocó en matrimonios mixtos que favorecieron el mestizaje de culturas. La gente de la costa buscaba en el interior cobre, pieles de marta, lobo, castor o lince, carne seca de alce o caribú, cestas tejidas de raíz de abeto y prendas de vestir como mocasines y guantes. La gente del interior demandaba de la costa salmón ahumado, conchas, algas y productos tejidos de cedro.
La identidad, la historia, los linajes y el modo de vida de la gente de la Primera Nación de Carcross Tagish son por lo tanto una mezcla de estas dos ricas culturas. Uno de sus aspectos más relevantes es el sistema de clanes. En la actualidad coexisten en la zona seis clanes, de transmisión matrilineal, que a su vez pertenecen a dos grandes grupos: los lobos y los cuervos.

Uno de estos seis clanes es el Dakl´aweidi (la orca o ballena asesina), al que pertenecía Skookum Jim Mason, una de las figuras indias más conocidas de la historia del Yukón. La crónica de Norteamérica ha sido relatada por escritores no nativos, por lo que la Historia se ha narrado desde la perspectiva de los pioneros de origen europeo dejando en general de lado el protagonismo de los indios.
Skookum Jim fue en todo caso un personaje excepcional. Javier Reverte lo describe como “el indio Tagish que guió al primer blanco a través de la senda del White Pass en 1887 y uno de los cuatro que hallaron el oro del Klondike diez años más tarde cuando estaban pescando salmones”. Skookum Jim recibió su apodo “Skookum”, que significa “fuerte” en sus años como porteador en el Chilkoot, ya que se dice que era capaz de transportar el doble de carga que el resto de porteadores. Pero la fama y el dinero le llegaron cuando, en compañía de su sobrino Dawson Charlie y de su cuñado europeo, George Carmack, encontraron por primera vez oro en el Klondike. Aunque el descubrimiento habitualmente se le otorga a Carmack, que por algo era el europeo…, otros afirman que fue Skookum Jim el que lo encontró. Skookum Jim murió en Carcross en 1916 y hoy se recuerda su legado con una reconstrucción de su casa original y un poste totémico conmemorativo de su clan, la orca o ballena asesina.

Whitehorse
En el Territorio del Yukón viven unas 37.000 personas en una superficie ligeramente inferior a la de España y de ellos más de 23.000 lo hacen en su capital, Whitehorse. Aproximadamente el 23 % de los habitantes del Yukón son indígenas. Paseando por Whitehorse observo que casi todas las personas que me cruzo con aparentes problemas de exclusión social son indios. Ya había leído sobre las altas tasas de alcoholismo, el bajo nivel cultural, los altos niveles de suicidio o la elevada proporción de indígenas en prisión y esta primera y superficial impresión parece corroborarlo.

Félix Rodríguez de la Fuente aportaba ya a finales de los 70 una visión pesimista de la situación:
“La realidad actual de los pueblos indígenas de las vastas formaciones vegetales del norte del Neártico no puede resultar más desoladora. Para mí, que he tenido la inmensa fortuna de convivir con los pigmeos del Congo, con los massais de las sabanas africanas o con los yanomamos del conjunto selvático Orinoco-amazónico – todos insertos con dignidad en sus modos de vida -, es lamentable la transculturación actual de los tan traídos y llevados pieles rojas norteamericanos”. “Algunos guías, guardabosques y vigilantes de las regiones más agrestes del Canadá son indios, pero su modo de vida apenas tiene que ver con lo que narraron los pioneros, o todavía se conserva, como museos vivientes de antropología, de cara, sobre todo, a satisfacer la miope curiosidad de los turistas. Pero en Canadá el choque entre dos civilizaciones tan distintas como la preindustrial europea y la neolítica – cuando no paleolítica- aborigen determinó, sobre todo a partir de mediados del siglo pasado, cambios de costumbres y de modos de vida entre los indios que, contaminados por el alcohol, y diezmados por enfermedades extrañas para ellos, como la viruela, fueron perdiendo su identidad y su conciencia de pueblo fuerte y original, cayendo en la pasividad de una decadencia de la que nunca más se han recuperado”.
Sin embargo, observo también una intensa actividad social y cultural que lucha por revertir la situación. En nuestros días en Whitehorse tenemos la oportunidad de asistir al Festival Cultural Adäka, en el Centro Cultural de la Primera Nación Kwanlin Dün, (Southern Tutchone). El Festival Adäka, «venir a la luz» en la lengua de Tutchone del sur, promueve, en sus propias palabras, “iluminar el espíritu creativo de las personas de las Primeras Naciones del Yukón, ayudando a preservar y revitalizar sus artes y cultura, al mismo tiempo que inspira a artistas y jóvenes para que se sientan orgullosos de su patrimonio y de sus comunidades”.

Me fijo en una pieza de arte Kaska, una cuerna de alce tallada que representa a un oso cazando. En el arte Kaska, “la inspiración nos la dan las montañas, ríos y bosques que llamamos nuestro hogar”. El autor, Dennis Shorty, bebe de la misma musa: “Hay un espíritu en todo y crear arte es un poderoso arte espiritista. Cuando veo un pedazo de cornamenta, la imagen de lo que voy a tallar automáticamente viene a mí”. Tengo la sensación de que no voy a ser capaz de rascar más allá de la superficie y de empaparme de la intensa espiritualidad en contacto con la Naturaleza de los indios del Yukón.
Asisto a otro acto del festival, en el que una mujer Tlingit, Bessie Cooley, habla sobre “How to Use the Whole Moose” o como utilizar el alce entero. En su charla habla de cómo la gente de las Primeras Naciones muestra respeto a los animales que cazan usando todas sus partes. Habla en pasado, refiriéndose muchas veces a su hermano: cazaban el alce, del que aprovechaban todo: la carne, la piel curtida, los intestinos para hacer raquetas,…; a veces cazaban caribúes en su paso migratorio estacional; los niños y las mujeres cazaban la liebre ártica con lazo; cazaban aves como el grévol, la perdiz nival, el ánade real o la barnacla canadiense; cazaban el castor en primavera ya que en esa época la cola tiene mucha grasa y la asaban; cazaban el carnero de Dall y hacían mocasines con su piel; cazaban la marta, el coyote, el lobo, el zorro y el lince boreal por la piel. Sus palabras me evocan un territorio salvaje en el que por suerte estoy a punto de internarme, el Yukón.
Una rica tradición oral es el vínculo común entre las Primeras Naciones del Yukón. Las historias transmitidas de generación en generación proporcionan información invaluable sobre la gente, la tierra y las tradiciones del pasado. En lugar de la palabra escrita, la narración ha sido la herramienta de transmisión del estilo de vida tradicional de los indios. Hoy en día, la tradición oral sigue siendo una costumbre fuerte entre las Primeras Naciones del Yukón y los gobiernos, los educadores y los investigadores están comenzando a reconocer y valorar su significado.
En el Yukón viven catorce Primeras Naciones que hablan ocho lenguas distintas. De estas ocho lenguas, siete pertenecen a la familia Athabaskan (Tagish, Northern Tutchone, Southern Tutchone, Hän, Gwich´in, Kaska y Uper Tanana) y una a la familia Tlingit. Las Primeras Naciones del Yukón están a la vanguardia de los reclamos de tierras indígenas y el autogobierno en Canadá. Once de las catorce Primeras Naciones del Yukón, como la Kwanlin Dün, la Carcross Tagish o la Teslin Tlingit, han resuelto sus reivindicaciones de tierras y son autónomas, lo que representa aproximadamente la mitad de todos esos acuerdos en Canadá.
Estamos a punto de iniciar un descenso en canoa de unos ochocientos kilómetros por el Yukón hacia Dawson City. ¡Estamos a punto de entrar en el territorio de las Primeras Naciones del Yukón!


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