Progreso:

Punto de partida (6 de 6)

El foco en el bosque

En Elverum visito el Museo Forestal Noruego, un espacio dedicado al bosque, la caza, la pesca y la vida al aire libre. Quiero visitar “Forest in Focus”, una de las exhibiciones del museo, que habla de la evolución del sector forestal y la industria forestal noruegos a lo largo de la historia. Unos bosques noruegos que vieron como la fuerza muscular de los hombres y animales que trabajaban en su interior fue paulatinamente reemplazada por la fuerza mecánica de la maquinaria forestal.

Entrada al Museo Forestal Noruego
Entrada al Museo Forestal Noruego

El hacha fue tradicionalmente la herramienta más importante de los leñadores, hasta que en la década de 1860 se empezaron a utilizar la sierra de arco. La tala se realizaba normalmente a finales de otoño, antes de que la nieve se hiciera demasiado profunda. Más tarde, ya en invierno, los troncos eran sacados del bosque mediante trineos tirados por caballos y en primavera se transportaban largas distancias flotando por caudalosos ríos hasta los aserraderos. Durante mucho tiempo, el bosque fue uno de los lugares de trabajo más importantes de la Noruega rural. Un oficio extremadamente duro pero que proporcionaba un ingreso a los trabajadores forestales, que solían cobrar a destajo.

“Antes de la motosierra, cuando los árboles altos se talaban en nieve profunda, con caballo, hacha, sierra de dos manos, jornadas de doce horas y discusiones constantes, venía estipulado en el contrato del leñador el tipo de alimentación al que tenía derecho, con cantidades de tocino y guisantes especificadas que darían un patatús a los nutricionistas de hoy en día”, escribe Lars Mytting en “El libro de la madera. Una vida en los bosques”.

Museo Forestal Noruego
Museo Forestal Noruego
Museo Forestal Noruego
Museo Forestal Noruego

En la década de 1950, la mecanización de los trabajos forestales rompió el silencio del bosque. Se introdujo la motosierra para la tala y el desramado de los troncos y los tractores y bulldozers para su extracción. Esos años vieron también el final del traslado de los troncos mediante flotación por los ríos, reemplazado por el transporte en camiones y ferrocarriles. Desde 1980, la selvicultura en Noruega se ha mecanizado por completo y la necesidad de mano de obra forestal se ha reducido considerablemente. Las procesadoras, los arrastradores y los autocargadores han facilitado el trabajo en el bosque pero lo han despojado de su halo romántico.

Museo Forestal Noruego
Museo Forestal Noruego
Museo Forestal Noruego
Museo Forestal Noruego

Históricamente, los bosques noruegos fueron talados para conseguir madera con la que construir barcos, viviendas, muebles y herramientas; para obtener combustible; para producir carbón vegetal y alquitrán; para la industria del hierro y de la sal; y para la exportación de madera. La exposición “Forest in Focus” muestra la industria forestal noruega a lo largo de la historia, partiendo de un dato significativo:“¿sabía que Noruega era uno de los principales exportadores de madera ya en el siglo XVI?

"Forest in Focus", en el Museo Forestal Noruego
«Forest in Focus», en el Museo Forestal Noruego

En “Forest in Focus” descubro que entre 1500 y 1814 Noruega dominó el comercio maderero europeo. En un principio, hasta mediados de 1600, la mayor parte de la madera noruega con destino a Europa era transportada por holandeses. La madera se exportaba principalmente a través de las ciudades en crecimiento de la costa sur de Noruega, más cercana al continente. Hasta la llegada alrededor de 1500 de la sierra de guillotina accionada con agua, las tablas se tallaban con hacha. Alrededor de 1600 había más de 2.000 aserraderos en Noruega, propiedad de agricultores que comerciaban directamente con los extranjeros. A partir de 1660 el negocio de la madera quedó en manos de familias adineradas y solo 664 aserraderos fueron autorizados para exportar madera. Después de 1650, Inglaterra se convirtió en el mayor mercado de madera noruega, con destino a minas, construcción de edificios tras el gran incendio de 1666 y para la construcción naval.

Como se señala en “El Libro de la Madera”: “Los constructores navales casi aniquilan los bosques de roble noruegos entre 1600 y 1850, especialmente después de 1632, cuando el rey Cristian IV de Dinamarca y Noruega, tras acabar con los robles daneses, tuvo que buscarlos en otra parte”.

A medida que crecían las ciudades aumento también la demanda de leña, aunque como afirma Lars Mytting:

en Noruega solo se deforestaron los robledales, y el número de habitantes nunca fue tan elevado para que la escasez de leña resultase grave”.

Tras los grandes acopios de leña durante la Segunda Guerra Mundial, en la posguerra el consumo de leña disminuyó considerablemente, sustituida por alternativas más cómodas como la electricidad y el fueloil. Hoy día el consumo de leña ha recuperado su importancia y en “El Libro de la Madera” se aportan cifras de un consumo medio de 300 kg de leña por habitante al año. En un país con importantes recursos petroleros como Noruega, la leña proporciona una cuarta parte de la calefacción de las viviendas.

Museo Forestal Noruego
Museo Forestal Noruego

Durante los últimos 100 años la industria papelera, de madera en rollo y aglomerado se ha convertido en la principal industria forestal noruega. Según datos de 2016 da trabajo a 15.100 empleados, a los que hay que sumar los 5.500 trabajadores del sector de la selvicultura.

Fabrica de aglomerados de Forestia
Fabrica de aglomerados de Forestia
Parque de madera de Forestia
Parque de madera de Forestia

¿Y qué pasa con los bosques noruegos? ¿Es realmente sostenible el aprovechamiento forestal de madera en Noruega? Como aún faltan un par de horas para que anochezca, pregunto en el Museo Forestal de Elverum por alguna ruta para conocer los bosques cercanos. Me recomiendan un sendero de unos cuatro kilómetros hasta las cabañas de Svenkerudvollen. El punto de partida es un pequeño aparcamiento desde el que arranca un sendero bien marcado que se interna en un pinar joven.

El aprovechamiento forestal tradicional en Noruega se basaba en cortas selectivas, eligiendo los mejores árboles sin mayor criterio selvícola. Desde mediados del siglo XX se extendieron las cortas a hecho en rodales seguidas de repoblación o regeneración natural, que garantizan el mantenimiento de la superficie forestal.

Pinar joven en Elverum
Pinar joven en Elverum

Los bosques cubren en Noruega poco más de 12 millones de hectáreas, de las que 8,6 millones se consideran bosques productivos. Desde 1919, la Evaluación Nacional de Bosques recoge datos sobre el sector forestal noruego, en lo que representó el primer inventario forestal nacional implementado en el mundo. De acuerdo a las estadísticas oficiales, las cortas anuales son de unos 12,5 millones de metros cúbicos de madera, lo que representa el 54 % del crecimiento neto. Con estos datos se puede afirmar que el bosque noruego está en expansión, pero ¿es sostenible su gestión? En mi paseo por los bosques de Elverum llego hasta un gran claro posiblemente de más de 40 hectáreas producto de una corta a hecho. La regeneración ha ocupado el lugar de los grandes pinos, por lo que en pocos años prosperará una nueva masa de jóvenes árboles que crecerán uniformes hasta la próxima cosecha. Una gestión forestal sostenible, ¿o únicamente sostenida? La respuesta precisa de un análisis más profundo. Pero contemplando este gran claro talado empatizo con Barry López cuando escribía en “Horizonte” que:

Corta a hecho en pinares en Elverum
Corta a hecho en pinares en Elverum

“En el cabo Foulweather no acampo en ningún paisaje inmaculado (…) Cuando empecé a venir, casi todos los claros que se veían en las laderas eran producto de talas recientes. Cuando caminaba por esas zonas despejadas de veinte hectáreas o más y pasaba junto a los tocones inertes y los cráteres quemados de los montones de leña, sentía más pena que rabia”. “Acampado aquí, muchas veces he pensado que mi tradicional aversión a los claros creados por las talas no tiene ya razón de ser. Desde el punto de vista estético, esos claros artificiales son tan poco atractivos como las ronchas de sarna en un perro. Y la huella de una cosecha indiferente e insaciable en esos sitios resulta a veces ofensiva, como la imagen del campo de batalla después de la caída de árboles inmensos, las cenizas y la tierra herida que deja tras de sí la tala industrial”. “Se piense lo que se piense, la Tierra estrangulada – arrancada, excavada, cultivada industrialmente, perforada, contaminada y succionada, manipulada sin fin para obtener más desarrollo y beneficio – es nuestro hogar. Conocemos las heridas. Las hemos aceptado. Y muchos nos preguntamos: ¿cual será el siguiente paso?”

Corta a hecho en pinares en Elverum
Corta a hecho en pinares en Elverum

La taiga es el bosque más joven de la Tierra. Tras la última era glacial, unos 10.000 años a.C., el primer árbol en recolonizar Noruega procedente del sur fue el abedul, al que pronto siguió el pino silvestre. A medida que el clima se hizo más cálido llegaron especies caducifolias como el olmo, el tilo, el fresno y el roble. Unos 6.000 años a.C. grandes bosques de robles cubrían las áreas del sur de Noruega. Hace unos 2.500 años el clima se volvió a enfriar, propiciando la llegada desde el este del abeto rojo y la retirada de las frondosas caducifolias.

Después de un mes recorriendo Noruega de norte a sur podría caer en la tentación de resumir que los bosques noruegos son uniformes y poco diversos. Es verdad que actualmente el pino silvestre (Pinus sylvestris), el abeto rojo (Picea abies) y el abedul (Betula pubescens y B. pendula) constituyen el 90 % de los árboles noruegos, entre los que aparecen salpicadas otras frondosas como el álamo temblón (Populus tremula), el aliso gris (Alnus incana) o el serbal de cazadores (Sorbus aucuparia). Poco menos del uno por ciento de la superficie forestal productiva está dominada por especies arbóreas introducidas. La más extendida de las forasteras es la picea de Sitka (Picea sitchensis), que alcanza grandes portes en zonas costeras.

El Parlamento Sami en Karasjok
El Parlamento Sami en Karasjok

Noruega alberga también algunos pequeños tesoros forestales. En la costa suroeste y los fiordos se refugian bosques templados caducifolios como los robledales, posiblemente el hábitat terrestre con mayor biodiversidad del país. En la costa central la taiga se encuentra con el océano Atlántico, dando origen al bosque húmedo boreal, una auténtica selva húmeda dominada por abetos rojos con gran diversidad de líquenes y otras plantas epífitas. En la costa norte, en plena tierra sami, la corriente del Golfo permite que sobrevivan los pinares más septentrionales del mundo entre extensos abedulares más expuestos a las inclemencias.

Reserva Natural de Hakaskallen
Reserva Natural de Hakaskallen

Gran parte de los bosques noruegos se han transformado en bosques comerciales, con una estructura muy simplificada. Únicamente el 6,5 % de la superficie forestal noruega se encuentra protegida y solo el 4,5 % está dentro de Parques Nacionales o Reservas Naturales. No me quiero marchar de Noruega con la imagen de los uniformizados pinares comerciales de Elverum, así que hago una penúltima parada para conocer la Reserva Natural de Hakaskallen. Camino entre abetos cubiertos de líquenes. El bosque parece impenetrable, con sus árboles en pie de diversos portes y tamaños, con sus árboles caídos transformándose en madera muerta y dejando hueco a una nueva generación de abetos. Es un bosque viejo, muy diferente de los bosques comerciales con sus troncos idénticos. Es un bosque que invita a deambular entre sus luces y sombras. Que invita a reflexionar sobre las luces y sombras de la gestión forestal. Una gestión forestal que solo si es bella, práctica, duradera y ligada a la tierra podremos considerar que es realmente sostenible.

Reserva Natural de Hakaskallen
Reserva Natural de Hakaskallen

El viaje por Noruega se está acabando. Solo me queda deshacer el camino: Suecia, Dinamarca, Alemania, Bélgica, Francia y de nuevo en casa. He disfrutado este viaje a Cabo Norte en solitario, aunque comparto la reflexión de Barry López, en “Horizonte”:

“El niño que quería ir a ver cosas y luego volver  a casa con una historia aprendió que nunca iba a poder desarrollar  una historia demasiado si lo hacía a solas. Pero pensaba que otros quizá sí podrían, los que eran capaces de ver, con una claridad mental distinta a la suya, las cosas que hoy están en juego para todos”

Pero todavía tengo tiempo para una parada antes de cruzar la frontera noruega. Cerca de Oslo y a orillas del Glomma, el río más largo de Noruega, visito el museo de la madera flotante de Fetsund. Los grandes troncos talados en invierno en las montañas del interior se transportaban por los ríos hasta las zonas costeras aprovechando las crecidas primaverales al menos desde el siglo XVI. En el periodo entre 1871 y 1975 flotaron por el Glomma casi 120 millones de metros cúbicos de madera. Entre 1861 y 1985 el destino de la madera flotante eran los muelles de Fetsund, desde donde continuaban su viaje por tierra.

Museo de la madera flotante de Fetsund
Museo de la madera flotante de Fetsund
Museo de la madera flotante de Fetsund
Museo de la madera flotante de Fetsund

Con el cierre de las instalaciones, Fetsund Lenser fue protegido en 1987 como monumento cultural industrial. Cuando llego el museo está cerrado, pero puedo pasear por las pasarelas de madera que flotan sujetas a largos pivotes de madera anclados en las calmadas aguas del Glomma. La sensación de caminar sobre estos estrechos tablones que parecen hundirse con cada paso me hace estar en tensión. Tengo la extraña impresión al mismo tiempo de flotar sobre las aguas y de vértigo. Es verdad que el único riesgo es perder el equilibrio y caerme al agua, pero avanzo tembloroso  como si cruzara por un estrecho puente a varios metros de altura. Llego hasta el final de una de las pasarelas y la recompensa es una bella imagen en la que el horizonte parece confundirse con el agua. También aquí siento que voy por buen camino.

“Una limpia tarde de verano, mirando desde un lugar en las alturas la superficie tranquila del mar  y la línea horizontal que separa el borde azul de la bóveda celeste de la planicie oscura y opaca que es el agua, al ver todo aquel espacio nada amenazador, a ratos pensaba en marchar, en viajar a través de aquella tabla rasa de espacio sin estructurar”. Barry López, en “Horizonte”

Las bandadas de gansos, barnaclas y cisnes cantores preparadas para volar hacia el sur me recuerdan que ha llegado el momento de volver a casa. Parafraseando a Barry López, en este viaje he comprendido que Cabo Norte no era mi meta. Es mi punto de partida.

Cisnes cantores
Cisnes cantores

Bibliografía consultada en este relato forestal viajero:

. López, B. 2020. Horizonte. Capitán Swing Libros, S.L.

. Mytting, L. 2020. El libro de la madera. Una vida en los bosques. Penguin Random House Grupo Editorial, S.A.U.

. Mytting, L. 2020. Las campanas gemelas. Alfaguara

. Barrallo, J. https://jaimebarrallo.wordpress.com/viajes/

. Tejedor, S. Cómo se cuenta una selva. La Vanguardia. 13/8/2020

. The Norwegian Mountain Center (Lom, Noruega)

. Viking Ship Museum (Roskilde, Dinamarca)

. The Norwegian Forest Museum. (Elverum, Noruega)

. Fetsund timber booms (Fetsund, Noruega)

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