Progreso:

La taiga de los Chorses (2 de 3)

En los poblados chorses de la taiga

Los Chorses son un grupo indígena de origen turco-mongol que habita las montañas de Choria. Son un pueblo de la taiga, de la que durante siglos han obtenido la caza, la pesca y el resto de recursos necesarios para sobrevivir. Tradicionalmente vivían de forma seminómada en chozas sencillas de troncos de madera cubiertos de corteza de abedul y tierra, se desplazaban en función  de la disponibilidad de alimento que les ofrecía el bosque en cada estación y profesaban una íntima unión con la taiga enmarcada en sus creencias chamánicas y animistas.

Vista de Ust_Ansas

Cuando los cosacos rusos llegaron a estas tierras a principios del siglo XVII llamaron a los Chorses “los tártaros de Kuznetsk”, los “herreros”. En efecto, los Chorses se han distinguido históricamente por su maestría en la forja, llegando a alcanzar una gran habilidad en la fabricación de calderas, armaduras, cascos, lanzas y otros artículos de hierro. Este antiguo oficio se mantuvo hasta finales del siglo XVIII, cuando la competencia con los herreros rusos provocó su declive. En 1618 los rusos construyeron la fortaleza de Kuznetsk en pleno territorio chorse, allí donde hoy se levanta Novokuznetsk. A pesar de las crecientes influencias externas, los Chorses continuaron manteniendo su modo de vida tradicional sin mayores modificaciones.

Bautizo en Ust-Ansas

En 1850 los misioneros ortodoxos llegaron a Ust-Ansas, el poblado chorse a orillas del río Manras en el que vamos a pasar los próximos días. Con la introducción del cristianismo, la cosmovisión de los Chorses comenzó a fisurarse. Se hicieron sedentarios, aprendieron a construir sus casas al estilo ruso, se introdujo la agricultura, modificaron su vestimenta y fueron asimilando paulatinamente muchos rasgos de la cultura rusa. En las décadas posteriores se multiplicó la presencia de migrantes rusos, que llegaban a la región atraídos por sus recursos naturales. Aunque estos movimientos migratorios tuvo escasa presencia en los poblados chorses más aislados como Ust-Ansas, también influyeron en la modificación de su forma de vida tradicional.

Ganado delante de una casa con parabólica

Durante el periodo comunista los cambios fueron más drásticos. Se prohibieron todas las religiones, con lo que el chamanismo  y todo el sistema de creencias tradicional de los Chorses fueron duramente reprimidos por el sistema.

Hoy en día podría parecer que esos períodos de negros nubarrones habrían quedado atrás. Sin embargo, lo que no consiguieron los cosacos, los misioneros ortodoxos, los migrantes rusos ni los comunistas, lo está logrando la globalización actual. La televisión, la mejora de las comunicaciones y el acceso a todo tipo de bienes como el alcohol están poniendo en peligro la identidad de los pueblos indígenas siberianos.

Ust-Ansas es el poblado chorse que hemos convertido en nuestro cuartel general. Se asienta en el corazón de las montañas de Choria y a orillas del río Manras, Desde aquí vamos a visitar otros asentamientos más pequeños ubicados en los alrededores, como Cheley, Bierg-Ansas o Chasi-Bug.

Nos alojamos en una coqueta casa en la parte alta  desde la que tenemos una privilegiada vista del pueblo, enmarcado por los bosques, las montañas y el río. No sorprende que Carmen se enamorara de este lugar desde el primer momento en que lo contempló por la ventanilla del helicóptero y que decidiera convertirlo en su segundo hogar. Desde la ventana podemos observar las canoas que navegan incansables río arriba y abajo, las vacas y caballos que deambulan en busca de mejores pastos y a los Chorses que van y vienen en sus tareas cotidianas. Sin duda es una primera impresión idílica, de un escenario armonioso en el que la vida parece encajar en equilibrio con la naturaleza. Pero tenemos varios días para intentar rascar por debajo de esta imagen de postal y descubrir con la ayuda de Carmen la auténtica vida cotidiana en estos pobladores de la taiga.

Vista desde nuestra cabaña en Ust_Ansas
La taiga entre nubes

Carmen Arnau Muro relata en “Chamanismo entre los chorses de Siberia” las peripecias para llegar de Testagol a Ust-Ansas un día de agosto de 1998:

En Testagol, después de mucho negociar el precio, alquilé un coche con conductor, que me adentraría en las montañas de Choria. (…) Estamos cruzando un territorio inmenso, todo bosques y ríos, durante horas no hay rastro de edificaciones, ni vemos a nadie, tengo la sensación de estar sola, de estar en el fin del mundo. (…) Nada más llegar fui al embarcadero donde Yura, un ruso de unos cuarenta años, de piel curtida y cara jovial, me recogería con su barca. (…) La barca llevaba un motor que funcionó durante 20 minutos, a partir de ese momento se estropeaba cada dos por tres, hasta que al final decidieron continuar sin el motor y como íbamos corriente abajo, el río nos arrastraba. (…) Se va haciendo de noche y el barquero sugiere que nos quedemos a dormir en su aldea. (…) Nos volvimos a subir los diez en la barca, pero surgió un problema: entraba agua. Volvimos a salir de la canoa y hubo que esperar a que consiguieran otra. (…) Después de varias horas de viaje tenía los huesos molidos y se me dormían las piernas, pues la postura en la que iba sentada era muy incómoda. Por fin llegamos a nuestro destino.

En agosto de 2019 hemos llegado cómodamente y en apenas cuatro horas desde Testagol por una pista forestal recién arreglada y en buen estado. El aislamiento tradicional de estos poblados ya es cosa del pasado. Hasta la década de 1970 ni siquiera había camino de acceso y la comunicación con el exterior era por el río o a caballo. Desde hace varias décadas opera un servicio regular de helicóptero con Testagol, han proliferado las lanchas a motor y la  pista de acceso permite ya un cómodo acceso desde la ciudad en los meses secos de verano. Sin duda, los tiempos están cambiando para los poblados chorses a orillas del río Manras.

En la canoa de Roger
Un camión en Ust_Ansas
El helicóptero en Ust_Ansas

La forma más rápida y cómoda para desplazarse en la taiga sigue siendo a través del río. En verano por el agua en canoas a motor y en invierno sobre el hielo en trineos tirados por caballos. Como estamos en plena época estival, visitamos los pequeños poblados a orillas del río Manras en  las canoas de Robert y Vitale, dos Chorses de Ust-Ansas. Los comentarios del grupo al admirar el paisaje desde el interior del río, como no podía ser de otra forma, son de admiración: ¡Qué bonito!

Los Chorses no ven la taiga simplemente como un paisaje bonito. Ni siquiera como su fuente principal de recursos; para ellos tiene un sentido trascendental. Carmen lo describe de forma sencilla: “Para los chorses la taiga es algo más, no es solamente de dónde sacan todo lo que necesitan, sino que lo han llenado de simbolismo”. Los Chorses se sienten en comunión con la taiga. Conforman una unidad con toda la naturaleza, con los ríos, montañas, piedras, árboles y animales. Mantienen una intensa conexión con el bosque, fruto de sus raíces chamánicas y animistas.

Una canoa en Ust-Ansas
Vista del río Manras

Desde la canoa puedo apreciar la diversidad de la taiga en estas regiones de media montaña. Cada especie de árbol aporta diferentes tonalidades de verde al conjunto. El álamo temblón (Populus tremula), con el destello blanquecino de sus hojas temblorosas y el abedul (Betula sp.), que río arriba ya empieza a adquirir sus colores amarillentos del otoño, ocupan los claros creados por el hacha o por el fuego. El abeto siberiano (Abies sibirica) y en menor medida las piceas (Picea abies y Picea obovata) forman masas compactas de aspecto más uniforme. El cedro o pino siberiano (Pinus sibirica) y el pino silvestre (Pinus sylvestris) aportan un toque disperso de distinción a la escena.

Abedules
Álamos temblones
Pinos silvestres
Cedro o pino siberiano

La vida en las comunidades chorses de la demarcación de Ust-Ansas está íntimamente ligada a la taiga y a sus estaciones. Estamos en plena verano y los poblados hierven de actividad. La economía tradicional de los Chorses, basada en la caza, la pesca y la recolección, se ha visto complementada con una agricultura y ganadería de subsistencia. Observamos que junto a la casa, las mujeres cultivan pequeños huertos con pepinos, patatas, calabazas, cebollas, frambuesas,… Los hombres, por su parte, se afanan en esta temporada en recoger el heno, principal alimento de las vacas y caballos en el duro y largo invierno.

Chorses regresando de recoger hierba
Caballos pastando en Ust_Ansas

Visitamos pequeños poblados en los alrededores de Ust-Ansas. En Cheley, varios kilómetros río abajo, conocemos a Víctor. Tiene ya más de 70 años y es el último habitante del asentamiento desde que se murieron sus dos hijos. Resulta sorprendente comprobar cómo un viejo chorse es capaz de sobrevivir prácticamente en soledad en la taiga. Afortunadamente, el aislamiento nunca es completo  en estas tierras debido a dos características que definen a los Chorses: su continua movilidad, heredada de su pasado nómada; y su red de colaboración y ayuda mutua, clave en cualquier cultura que viva en un medio tan hostil. Al llegar a Cheley nos encontramos a la hermana de Víctor que había ido a visitarle y a unos jóvenes que se estaban construyendo una cabaña con intención de instalarse junto a su casa.

Vista de Cheley

Las casas de los Chorses constan de varias cabañas en el interior de una cerca. Está el dormitorio principal, la cocina, la letrina, la leñera, el almacén, la sauna o bania, el establo,… En la casa de Víctor, junto a una leñera a reventar de troncos de abedul perfectamente apilados, me llama especialmente la atención el almacén. Como el resto de edificios está construido de troncos de abeto y de pino y parece un muestrario de todos los aperos necesarios para sobrevivir en la taiga: hachas, azadas, sierras, guadañas, redes de pesca, incluso los esquís del trineo con el que pronto se desplazará con su caballo por el río helado. En un día tan cálido y luminoso , es un recordatorio de la dureza de los rigores del invierno, que fiel a sus ciclos anuales está próximo a retornar.

Almacén en Cheley

A Bierg-Ansas llegamos caminando unos pocos kilómetros desde Ust-Ansas hacia el interior de la taiga. Aquí conocemos a Fiodor, su mujer y su hijo. Antes vivían en el poblado ocho familias, pero se han ido marchando en busca de mejores oportunidades o comodidades. Fiodor, en cambio, dice que ellos prefieren vivir aquí, en plena naturaleza, en su taiga.

La vida en la taiga es dura, laboriosa y con pocas comodidades. En estos meses de verano los Chorses deben trabajar duro para estar preparados de cara al inclemente invierno. A cambio, el bosque les ofrece todos los recursos que se necesitan para sobrevivir.

Fiodor con sus colmenas en Bierg-Ansas

De los abetos y pinos silvestres obtienen troncos rectos para construir las cabañas. Del abedul utilizan prácticamente todo: la madera para fabricar herramientas, la leña, la corteza para elaborar recipientes y para encender el fuego, la savia para usos medicinales,… El cedro les obsequia con sus apreciados piñones. En la taiga recolectan setas, frutos silvestres y plantas aromáticas y medicinales. La caza y la pesca continúan siendo también dos de sus principales fuentes de recursos.

Como la mayoría de los Chorses de la taiga, Fiodor y su familia complementan sus medios de vida con el cultivo de la huerta y la cría de ganado equino y vacuno. Y además, han incorporado una nueva actividad a su economía, la apicultura.

Aunque gran parte de estos recursos se destinan al autoconsumo, los Chorses comercializan algunos productos. La caza, la pesca, la miel o las setas suelen venderse en la ciudad o a comerciantes que se acercan por el río. Pero actualmente el producto estrella del comercio de los Chorses, el que les reporta unos valiosos recursos monetarios, son los piñones de cedro o pino siberiano.

Vitale recogiendo piñones de cedro

Aunque gran parte de estos recursos se destinan al autoconsumo, los Chorses comercializan algunos productos. La caza, la pesca, la miel o las setas suelen venderse en la ciudad o a comerciantes que se acercan por el río. Pero actualmente el producto estrella del comercio de los Chorses, el que les reporta unos valiosos recursos monetarios, son los piñones de cedro o pino siberiano.

Vitale nos explica que en esta época se interna cada mañana en la taiga para recoger los piñones de ocho cedros, que es la cantidad que puede cargar de vuelta al poblado. Se ofrece a hacernos una demostración. Casi antes de que nos demos cuenta se ha subido a un pino cercano a nuestra cabaña y ha empezado a tirar todas las piñas al suelo. De regreso a Novokuznetsk comprobaremos el destino de todos estos productos de la taiga. Piñones, frambuesas y setas se venden en puestos callejeros a los habitantes de la ciudad. Incluso en el aeropuerto de Novosibirsk encontraremos lujosos puestos de venta de piñones cuidadosamente empaquetados y con el precio de venta cuidadosamente multiplicado por diez. Pero yo me llevo en la maleta los piñones que nos regaló Vitale, los piñones de la taiga de los Chorses.

Setas a la venta en Novokuznetsk
Piñas a la venta en Novokuznetsk

El pino siberiano o cedro es un árbol sagrado para los Chorses. Raramente lo cortan y solo una vez que se le ha pedido perdón al árbol. Alexander Arbachakov es un chorse que trabaja activamente en la conservación de los bosques de cedro de su región. En su artículo “Harvesting of Siberian Pine Nuts in Mountain Shoria: Traditions and Nowadays” aporta pistas sobre la importancia del cedro para el pueblo chorse cuando escribe algo así como:

El área de distribución de los chorses coincide con el óptimo ecológico del pino siberiano en el norte de Asia. La cosecha de piñones es parte de la gestión tradicional de la naturaleza por parte de los chorses e incluso hoy conserva sus características arcaicas. El ingreso de la cosecha de piñones es una parte importante del presupuesto familiar para muchas familias chorses. La preservación y el desarrollo de la cosecha de piñones de pino de Siberia se consideran una base para la preservación de la cultura tradicional de las montañas de Choria, así como un fortalecimiento de la economía regional.”

Perro Laika junto a un cedro o pino siberiano

La pesca es otro recurso de vital importancia para los Chorses. En Ust-Ansas descubrimos en pequeños arroyos varios dispositivos de pesca pasiva, unos con trampas de piedra y otros con nasas.

Nasas de pesca en Ust_Ansas
Trampas de piedra de pesca en Ust-Ansas

En los grandes ríos los Chorses pescaban tradicionalmente con redes, aunque nunca fue su actividad principal. Hoy, en cambio, se observa en el río Manras un intenso movimiento de canoas y zodiaks de rusos que se acercan hasta el área de Ust-Ansas a practicar la pesca deportiva. Los tiempos están cambiando.

Por nuestra parte, tenemos la oportunidad de cocinar una de las especies que atraen a gran cantidad de pescadores hasta estas aguas. Un joven chorse se acerca hasta nuestra cabaña para vendernos un taimen o salmón siberiano (Hucho taimen). Teniendo en cuenta que estos peces pueden llegar a alcanzar dos metros de longitud y cien kilos de peso, nuestro taimen es un ejemplar modesto, pero suficiente para organizar una deliciosa cena para ocho personas como homenaje al río Manras y a sus pobladores tradicionales: los Chorses.

Remontamos el Manras aguas arriba hacia el poblado de Chasi-Bug. Los nombres de los ríos reflejan la forma de vida ancestral del pueblo chorse. En los terrenos de caza, los ríos tomaban su nombre de los animales que abundaban: los ciervos, los gansos, los osos,… Otros indicaban características del propio río: el río tranquilo, el fangoso… O hacían referencia a los árboles dominantes. El río Manras se puede traducir como “río cedro”.

Mientras recorremos Chasi-Bug vemos como se acerca una zodiak con pescadores rusos para comprar a los Chorses unos peces secos, posiblemente tímalos. El comercio tradicionalmente se ha articulado a través del río. Y la llegada de grandes males como el alcohol, también. Carmen Arnau Muro lo describe con claridad en “Los chorses, un pueblo de la taiga siberiana”:

Cocinando un salmón siberiano

Este tráfico de alcohol se sigue produciendo sin ningún tipo de control sanitario, yo misma he visto  como comerciantes sin escrúpulos descienden por el río en barcas con su carga y se la venden o intercambian por pescado, piñones, setas, miel o pieles, aunque estas últimas ya son escasas”.

Pescadores rusos comprando comida a los Chorses

La caza ha sido precisamente la principal actividad económica y la que más ha moldeado el modo de vida tradicional de los Chorses. Su calendario tradicional está relacionado con la época de caza de cada animal: febrero es el período de caza de los osos, marzo el de las ardillas,… En la actualidad la caza, y en particular el comercio de pieles, ya no es la principal actividad económica de los chorses. Pero, como señala Carmen, “la caza sigue siendo una de las actividades preferidas por los hombres. A veces van solos, pero lo habitual es que se reúnan varios y se ausentan varios días adentrándose en la taiga”.

Armas de caza en el museo de Novosibirsk
Museo de Novosibirsk

En estos días en Ust-Ansas me resulta difícil identificar el papel de la caza en la sociedad chorse. En los museos que hemos visitado nunca faltan unas pieles de cibelinas, visones y otras especies como recuerdo de la importancia que tuvo su captura. El cazador chorse se internaba en la taiga con esquís de abedul, un bastón y las armas. En los viejos tiempos utilizaba un arco de abedul y flechas y se ayudaba de reclamos, trampas y redes, con las que capturaba las cibelinas. Además, se acompañaba de sus fieles perros, los laikas: rápidos, ágiles, agresivos y ruidosos, cosa que los osos detestan. Con el paso del tiempo, el cazador cambió el arco y las flechas por la escopeta, pero no abandonó sus viejos rituales y leyendas. Los Chorses que hoy mantienen la tradición de cazar en la taiga están rindiendo un homenaje a sus antepasados, para los que la caza constituía su esencia originaria.

Ojeando un libro de texto del alfabeto chorse compruebo que varios de las ilustraciones reflejan escenas de caza. En una se muestra a un chorse con sus esquís dispuesto a abatir un urogallo. Cuenta una leyenda chorse que una vez se reunieron en la taiga todos los pájaros para decidir el momento en que migrar a tierras más cálidas. Solo faltó a la reunión el urogallo que, al ver que se había quedado solo en la fría taiga, se puso a sollozar hasta que los ojos se le tornaron rojos.

Pero es en la caza del oso donde las antiguas representaciones místicas y simbólicas se reflejan más nítidamente. Los cazadores adoraban al oso como el habitante más fuerte y poderoso de la taiga. Nunca lo llamaban por su nombre real sino que usaban términos como “maestro” o “respetado” y una vez abatido, le pedían perdón.

Dibujo de un chorse cazando urogallos
Ilustración en un libro de texto del alfabeto chorse

Los Chorses organizaban cada año celebraciones especiales a los espíritus propicios de la caza antes de las grandes cacerías. Igualmente, al llegar  a los emplazamientos de caza, oficiaban un ritual para no irritar a Tag eesi, el “dueño de las montañas”. Consideraban al fuego un intermediario entre el cazador y los espíritus, los “dueños de la taiga”. Este tipo de descripciones nos han llegado a través de varios etnógrafos rusos como L.P. Potapov que visitaron la zona a principios del siglo XX y son muestras de la cosmovisión de los Chorses, con profundas raíces chamánicas y animistas.

Abedules con cintas de oración

Carmen Arnau  Muro es seguramente la antropóloga occidental que más ha estudiado y mejor conoce el sistema de creencias tradicional de los chorses. Carmen describe el chamanismo entre los Chorses como “un sistema de interpretar la realidad desde el punto de vista de formar un todo con la naturaleza y atribuir a los elementos de ésta espíritus a los que veneraban, por ejemplo a la montaña”. De manera más simbólica añade que “cada riachuelo, cada piedra y roca de Choria tienen su nombre que ahora se está olvidando. No es sólo una indicación geográfica, es parte de la naturaleza viva, de la que un chorse no puede imaginarse fuera”.

De acuerdo a la cosmovión tradicional de los Chorses, el mundo está dividido en tres esferas habitadas por personas, animales y diversas deidades y espíritus: arriba está la tierra celestial o el cielo, la tierra de Ulgen, el principal dios divino; en medio, la tierra media es nuestra tierra; abajo, el inframundo, la tierra de los espíritus malignos a cuya cabeza está Erlik. Se consideraba que los chamanes tenían la capacidad de comunicarse con los espíritus y a través de ellos podían sanar enfermos, adivinar el futuro, ayudar en la caza,…

Pero en estos temas creo que es mejor que tome nota de la advertencia que le hacía la chamana yakutia Ediy Dora al escritor Jacek Hugo-Bader en la introducción de “Diarios de Kolima. En autostop por la Rusia extrema”: –Pero le aconsejo que escriba lo más sencillo posible-dice Dora-. Sobre mí también. Y no mucho. Porque entiende usted bien poco. Tengo en cuenta el consejo y dejo que escriban sobre chamanismo siberiano a los que entienden. 

En la actualidad, el chamanismo no se muestra de forma patente en los poblados chorses de las montañas. Carmen escribe que “Hoy en día, el chamanismo entre los chorses, después del choque cultural padecido el encontrarse con la cultura rusa, después de la influencia de la evangelización ortodoxa, y después de padecer la represión durante el período soviético, podemos decir que está mortalmente moribundo, pero no muerto”.

Carmen Arnau Muro no solo ha escrito varios libros sobre chamanismo y la forma de vida de los indígenas siberianos. Lo ha recreado en el “Etnomuseo de los pueblos de Siberia y Asia Central” en Toledo. A los que hasta allí se acerquen, Carmen les explicará el simbolismo del tambor, el objeto ritual más representativo y apreciado de los chamanes. Les describirá las últimas sesiones chamánicas en las montañas de Choria o les intentará transmitir la unión que mantienen los Chorses con la naturaleza: con las montañas, los ríos, los animales, las piedras, los árboles,… También les hablará, por ejemplo, de la persecución que sufrieron los chamanes, sobre todo en la época estalinista. En su libro más íntimo, “Mi Siberia particular”, Carmen habla del camuflaje de los elementos rituales de los chamanes: “…sustituían la vestimenta chamánica por una bata que utilizaban única y exclusivamente para sus ritos; sustituían el tambor por una lata, incluso por una sartén; (…), sustituían la vela hoguera por una vela, etc”

Tambor ceremonial en el Etnomuseo de los pueblos de Siberia y Asia Central (Toledo)
Etnomuseo de los pueblos de Siberia y Asia Central (Toledo)

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