¡El Bosque de Cinquera!
¿Habéis visto que bonito está el Bosque de Cinquera? Lo que veis ahí abajo son unas 5.300 hectáreas de bosque continuo, lo que le convierte en una de las áreas forestales más importantes de El Salvador.
Os cuento que el Bosque de Cinquera se encuadra en la ecorregión de los bosques secos del Pacífico de Centroamérica, catalogada como críticamente amenazadas a nivel global. Con la excepción de algunas comunidades maduras como los chaparrales o los bosques de galería, el bosque está conformado principalmente por vegetación secundaria instalada tras el abandono de las tierras durante el conflicto armado. La zona se ha convertido en una importante reserva de especies de flora y fauna silvestre, muchas de ellas amenazadas o en peligro de extinción. ¡Qué os voy contar a vosotros, que ya me he enterado que el otro día casi pisáis una serpiente de cascabel!
El bosque ha servido de foco para el pueblo de Cinquera, le ha dado conocer. Como explica el colectivo El Salvador Elkartasuna en “Los pescadores del lago Suchitlán”, de Joseba Zabalza, el valor del Bosque de Cinquera no se queda en su biodiversidad:
“Por encima del valor biológico del área, el Bosque de Cinquera es un recurso esencial en la vida de los pobladores de la zona, quienes se benefician de forma directa o indirecta con la gran variedad de bienes y servicios ambientales que provee, tales como la generación de agua potable que abastece a ríos y al embalse de Cerrón Grande, protección del suelo contra la erosión, derrumbes y deslaves, control de inundaciones, obtención de leña, madera y plantas medicinales, regulación climática, caza de subsistencia, oportunidades de recreación y esparcimiento y producción de oxígeno, entre otros.”
Pero a pesar de su impagable valor, el Bosque de Cinquera sufre graves amenazas. Las principales son el avance de la frontera agrícola, acelerada por la compra de tierras para su conversión por inmigrantes atraídos por los bajos precios; la extracción descontrolada de leña y madera; o el empleo de técnicas agrícolas y ganaderas insostenibles, como el uso extensivo del fuego.
Conscientes de estos peligros, ARDM ha apostado desde el principio por la protección del bosque, con el Programa de compra de tierras. ARDM lleva adquiridas 1.000 manzanas de bosque y va incorporando a pequeños mordiscos más y más terrenos. Seleccionan los terrenos a comprar con el objetivo principal de proteger las fuentes de agua y conformar bloques homogéneos de bosque. Quien lo iba a decir, ¡campesinos comprando tierras para protegerlas!
Otro programa importante es el de guarda-recursos, que patrullan el bosque para evitar la tala ilegal, el furtivismo, los incendios,… Ahí tenéis a Santos, antes en el bosque con la guerrilla y ahora de guarda-recursos. ¡A ver quién lo conoce mejor que él!
El Bosque de Cinquera está considerado el “Pulmón del Departamento de Cabañas” y se está tramitando su declaración como Espacio Natural Protegido, lo que facilitará su conservación y le dará aún más reconocimiento. Otro paso de la gente de Cinquera para conseguir proteger el bosque que les protegió. Y que en realidad nunca ha dejado de protegerles.
Sin embargo, no podemos olvidar los peligros que, como ya os he adelantado, se ciernen sobre el Bosque de Cinquera.
A pesar del programa de compra de tierras de ARDM, la mayor parte de los terrenos continúan siendo privados. Numerosas parcelas de bosque permanecen manos de pequeños propietarios. Algunos son antiguos lugareños que tuvieron que abandonar Cinquera por el conflicto armado; otros, exguerrilleros beneficiarios del Programa de Transferencia de Tierras; y los más recientes son campesinos venidos de otras partes del país, que en general son los más interesados en la conversión de los terrenos. Vamos, en talar el bosque…
Por ello, ARDM centra gran parte de sus esfuerzos en generar alternativas a los agricultores y ganaderos que no pasen por el desmonte de las superficies forestales de sus lotes. Así, se trabaja en agroforestería a través de otro modelo agrícola y ganadero asociado a la conservación del bosque. Y para su replicación se utiliza el método campesino a campesino, un proceso en el que los propios agricultores comparten experiencias y aprenden haciendo.
Desde este alto he podido observar que poco a poco algunos agricultores han diversificado el sistema tradicional de agricultura, basado en la siembra de maíz, frijol y maicillo. Lo han complementado con el empleo de frutales y hortalizas; han rescatado semillas criollas; han aplicado técnicas de conservación de suelos; incluso han implantado un manejo integral de plagas y enfermedades. Por desgracia, también he podido observar que estos cambios son lentos y que lo que vosotros llamáis “avance de la frontera agrícola”, y yo siento como si fueran machetazos a mi tronco, continúa siendo una amenaza para el Bosque de Cinquera.
Manejo forestal en el Bosque de Cinquera
Como ya os habéis dado cuenta, la protección del Bosque de Cinquera se ha planteado desde el principio con un enfoque conservacionista: la compra de tierras, el fomento del turismo ecológico, los guarda-recursos, su declaración como espacio protegido, el trabajo con los finqueros,…
Pero algo he aprendido de vosotros, los forestales. Como me habéis explicado, la protección no tiene por qué enfocarse desde la conservación estricta (el bosque sin gente) sino que puede plantearse también desde un manejo sostenible de los recursos forestales (el bosque con gente).
En ARDM hace ya un tiempo que comprendieron que la mayor amenaza para los terrenos forestales es el cambio de uso del suelo y su conversión a terrenos agrícolas o ganaderos. Los campesinos dependen de sus tierras para sobrevivir, por lo que la mejor estrategia para proteger el Bosque de Cinquera es dándole valor.
Con este enfoque, se empezaron a trabajar los Planes de Manejo Forestal de fincas y a fortalecer la Mesa de Concertación Forestal (MECOFOR).
La Mesa de Concertación Forestal es un mecanismo importante que, además de su incidencia a nivel local, contribuye a poner en valor el sector forestal en el país. MECOFOR abarca los 5 municipios del ámbito del bosque de Cinquera (Cuclathan-Cabañas), en el que hay más de 1700 propietarios, 900 de ellos con menos de 1 ha de bosque. La mesa tiene de momento 67 socios y aún no está constituida legalmente. Paso a paso, o como decimos las ceibas, ¡brote a brote!
Los Planes de Manejo Forestal de fincas regulan y autorizan los aprovechamientos forestales en fincas durante un periodo de cinco años, bajo el seguimiento del Ministerio de Agricultura. No había experiencias en El Salvador con planes de manejo en latifoliadas, por lo que en Cinquera han tenido que emplear un plan de manejo adaptado.
La redacción de un Plan de manejo forestal consta de tres fases: la delimitación del perímetro de la finca, el inventario forestal y la planificación del manejo. En el Plan se estima el aprovechamiento sostenible de leñas, madera y otros productos como hongos, bambú…, y se definen medidas de conservación, como la protección de una franja de 25 metros en las quebradas.
ARDM, con el apoyo del Ministerio de Agricultura, está redactando los Planes de manejo forestal de 18 propietarios. Ya os vi el otro día colaborando en el inventario forestal de la finca de Tomás. ¡Bueno es Tomás! Fue uno de los que volvieron a Cinquera en la primera caravana de retornados, allá por 1991, y pese a ser bastante reticente al principio, se ha convertido en uno de los principales apoyos para implementar los Planes de manejo forestal.
Como pudisteis observar, en el bosque conviven grandes árboles remanentes de antes de la guerra como conacastes (Enterolobium ciclocarpum), jiotes (Bursera simarouba) o ceibas (Ceiba pentandra) como yo, con un bosque secundario en general todavía joven de especies como cablote (Guasuma ulmifolia), laurel (Cordia alliodora), madrecacao (Gliricidia sepium) o cojón de puerco (Tecmalenia ovovata). El cedro de El Salvador (Cedrela salvadorensis) se refugia en zonas de rocas y quebradas y el ébano (Diospyrus morenoi) en algunos rincones del bosque.
En el Bosque de Cinquera se encuentran especies madereras valiosas como el conacaste, el laurel y el cedro, con lo que resulta viable iniciar un proceso de manejo forestal sostenible. Sin embargo, el mayor limitante es su comercialización. El mercado es de pequeñas dimensiones y está controlado por los intermediarios o “coyotes”, que pagan al propietario unos 25 dólares el pie y pueden llegar obtener unos 2500 dólares el metro cúbico. Parece necesario, en consecuencia, fortalecer el proceso de obtención de ingresos para el productor mejorando los canales de comercialización o mediante empresas forestales de transformación. Vamos, por lo menos es lo que les oigo comentar a los ingenieros forestales del Ministerio de Agricultura cuando vienen a Cinquera. Vosotros que sois forestales ¿opináis lo mismo? Vale, no es sencillo pero parece el camino.
Excelente Carlos, un abrazo para vos y los tuyos.
Tenemos mucho que conversar.
Hola Vladimir. Gracias por el comentario. Encantado de poder conversar contigo todo lo que te parezca. Para eso ha surgido «Conectando Bosques»