Progreso:

Punto de partida (4 de 6)

La Noruega de los fiordos

Las montañas de Dovrefjell han representado tradicionalmente una frontera natural entre el sur y el norte de Noruega. Desde antiguo diversos caminos atraviesan estas montañas, entre los que destaca la ruta de peregrinación hasta la tumba del rey vikingo noruego Olaf II el Santo en la catedral de Nidaros en Trondheim.

La temida cadena montañosa de Dovrefjell se cruza hoy sin mayor dificultad por la autopista E6 y por el ferrocarril. Se podría decir que las montañas de Dovrefjell han perdido su carácter misterioso y mágico, ¿o no? A pesar de que las nuevas vías de comunicación han acabado con el mito de barrera casi infranqueable, un elemento provoca que las montañas de Dovre conserven su enigma. No es que los 2.286 metros de la cumbre del Snohetta representen el techo de Noruega como erróneamente se creía hasta que se descubrió que en el área de Jotunheimen hay picos más altos. Ni que la expresión “hasta que caigan las montañas Dovre” simbolice la fortaleza del pueblo Noruego desde que se utilizara en el juramento que dio origen a Noruega como país independiente de Dinamarca. Lo que de verdad confiere un carácter enigmático a las montañas de Dovrefjell es un animal.

Las montañas de Dovrefjell
Las montañas de Dovrefjell

Llevo dos días caminando por las montañas de Dovrefjell y ya estoy perdiendo la esperanza de sorprenderlos. Ayer fue una jornada desapacible, con niebla y viento. Unos de los pocos senderistas con los que me crucé me aseguraron que era mal día para verlos. Para rematarlo, me desanimaron de mi intención de pasar noche en el refugio de Reinheim, a los pies del Snohetta, ya que no era suficiente con haber pagado la reserva por Internet, sino que tenía que haber recogido la llave del refugio. Así que tuve que dar media vuelta para bajar a dormir a la furgoneta y hoy he vuelto a subir, con equipaje más ligero y con mejor tiempo. Pasan las horas y no aparecen. Cuando ya estoy a punto de rendirme, distingo dos grandes bultos moviéndose lentamente a lo lejos. ¡Son dos bueyes almizcleros!

Bueyes almizcleros bajo el monte Snohetta
Bueyes almizcleros bajo el monte Snohetta

Observo la pareja de bueyes almizcleros largo rato desde una distancia prudencial, ya que varios paneles al inicio del recorrido advierten de que es peligroso acercarse a menos de 200 metros de estos poderosos animales capaces de embestir a 60 km/hora. A pesar de que la distancia solo me permite obtener fotografías lejanas de los bueyes almizcleros con el telón de fondo del Snohetta nevado, tengo una sensación de plenitud y libertad.

Poco me importa que los bueyes almizcleros que hoy pastan por Dovrefjell provengan de ejemplares reintroducidos entre 1932 y 1953 y que probablemente ya habían desaparecido de estas latitudes antes de la Edad de Hielo. Me siento a contemplarlos con los prismáticos y me siento como si estuviera acechando a los mismísimos mamuts que un tiempo lejano y frío dominaron estas inhóspitas tierras. Ese mismo tiempo en que los humanos vivían de forma nómada al aire libre en una relación con la naturaleza que hoy buscamos recuperar de nuevo saliendo a caminar por las montañas.

Al otro lado de las montañas Dovrefjell se despliega la Noruega más turística. La de los impresionantes miradores sobre fiordos, glaciares y acantilados accesibles en coche o tras una corta caminata a pie. Es el sur de Noruega, donde cualquiera puede disfrutar de unos paisajes grandiosos que en otras tierras suelen estar reservados a montañeros y exploradores.

En Lom visito mi primera iglesia de madera o stavkirken y el Norwegian Mountain Center, “donde el hombre y las montañas se encuentran”. Allí me encuentro con las palabras que el jefe de la Asociación Noruega de Trekking, Yngvar Nielsen, dedicó a las montañas allá por 1904: “Tantas cosas han cambiado, y el paisaje con ellas. La montaña ha perdido su poder. La cultura ha tomado su lugar en la montaña, y la montaña se ha acercado así a nuestras vidas”.

Geiranger Skysslag
Geiranger Skysslag
Fiordo de Geiranger
Fiordo de Geiranger

El sur de Noruega es uno de esos territorios en los que la montaña se ha acercado a nuestras vidas, aunque sea a costa de perder parte de su poder. El fiordo de Geiranger está declarado Patrimonio de la Humanidad y con sus increíbles miradores al borde de la carretera es un claro ejemplo de cómo hemos conseguido acercar un entorno natural y unas montañas fascinantes a nuestra cultura urbana.

Una curiosa exposición en el Norwegian Mountain Center muestra a los animales de las montañas en huelga por el clima.  Especies como el zorro ártico, uno de los mamíferos más amenazados por el cambio climático y la consiguiente expansión del zorro rojo, reclaman un invierno a la antigua. En la mitología noruega, el Fimbul Winter, el gran invierno, es el preludio del Ragnarok, el fin del mundo. Se dice que los inviernos llegarán uno tras otro, sin veranos intermedios. Se dice que en ese tiempo la nieve vendrá de todas direcciones y que se producirán batallas interminables entre los hombres, donde muchos morirán. Aunque los viejos mitos muchas veces se originan en sucesos reales, en este caso las pequeñas edades del hielo del pasado, parece que el desastre está más cerca de producirse por el calentamiento que por el enfriamiento global.

Norwegian Mountain Center
Norwegian Mountain Center

En la mitología noruega, los trolls comparten protagonismo con dioses como Odín o Thor. Para corroborarlo, varios lugares emblemáticos llevan su nombre, como la inconfundible roca de la lengua del Troll o Trolltunga y la emblemática carretera de los Trolls o  Trollstigen, por la que desciendo sus fotogénicas once curvas de herradura al dirigirme desde el fiordo de Geiranger hacia la costa.

Carretera de los Trolls o Trollstigen
Carretera de los Trolls o Trollstigen

Tras pasar un par de días entre la costa de Alesund y la isla de Runde, en la que a falta de los estivales frailecillos todavía se pueden observar las colonias de alcatraces, me encamino nuevamente a los montañas.

Camino al glaciar Jostedal
Camino al glaciar Jostedal

El sur de Noruega  ofrece numerosos recorridos por la montaña al gusto de los más exigentes senderistas. El famosísimo Púlpito o Preikestolen; la lengua del Troll o Trolltunga; la arista Bessenger en las montañas Jotunheimen, el hogar de los gigantes; la altiplanicie de Hardangervidda; o el bloque de roca empotrado de Kjerag. Por desgracia, ya es octubre y el otoño se deja notar, por lo que decido aplazar las rutas más alpinas para otra ocasión y me centro en pequeños recorridos más turísticos y accesibles, pero igual de atractivos. Pongo rumbo al glaciar más extenso de la Europa continental, el Jostedal.

Camino al Jostedal
Camino al Jostedal

Como ya se ha cerrado la temporada de caminatas guiadas sobre el hielo del glaciar, me conformo con un paseo que se acerca hasta uno de sus brazos, el Briksdalsbreen. Un sencillo sendero de unos 3 km que llega hasta una hermosa laguna en la base del glaciar. En realidad, también es posible acceder prácticamente hasta el final del camino en unos vehículos todoterreno que turísticamente denominan “Trollcars”.

El sendero asciende entre abedules y estilizadas cascadas por un empinado valle que se abre al alcanzar la laguna glaciar. A lo largo del camino varios paneles marcan los puntos que alcanzaba el hielo en diversas épocas. A bastante distancia del actual frente del glaciar, un cartel indica el punto de su máxima extensión histórica, durante la pequeña Edad de Hielo que tuvo su máxima intensidad a mediados del S XVII. Hace más de cien años se empezó a medir la posición del frente del glaciar Briksdalsbreen. En poco más de un siglo, el glaciar se ha retirado claramente hacia la cabecera del valle, como se puede apreciar desde el panel que muestra la posición de la morrena hacia 1900.

Glaciar Jostedal
Glaciar Jostedal

Me descalzo y remojo los pies en el arroyo que nace de la laguna glaciar y que discurre bajo un bosquete de abedules dorados. Resulta placentero sentir cómo fluye el agua fría entre los dedos de los pies. Sin embargo, soy consciente de que este paisaje es un efecto del calentamiento global que está provocando la retirada de los glaciares. A corta distancia, el cambio parece hasta agradable y disfruto del fluir del arroyo en este bello entorno. Ampliando el encuadre, el cambio implica que está retrocediendo el mayor glaciar de la Europa continental. Si centramos el foco en el presente, podremos disfrutar del arroyo bajo los abedules amarillos del otoño. Si ampliamos el foco al pasado y al futuro seremos conscientes del retroceso del glaciar. Ambos focos explican su parte de la realidad.

Glaciar Jostedal
Glaciar Jostedal

Me despido de la Noruega de los fiordos navegando por uno de los más especiales. El fiordo de los Sueños o Sognefjord es el más largo, más profundo y posiblemente más hermoso de Noruega.

En cierta manera un viaje se parece a un sueño. Un viaje, como un sueño, tiene algo de ilusorio. En un viaje, nos alejamos de nuestra realidad y soñamos despiertos.  Un viaje se suele recordar por sus momentos, que como fotografías se graban en la memoria. Algunos son momentos deslumbrantes, visuales, que llegan de repente y sin avisar y nos hacen exclamar un “¡Bua, tío!”. En este viaje he vivido algunos de esos momento al internarme en la “ruska” por las montañas finlandesas, al llegar a Cabo Norte, al observar a los cachalotes sumergiéndose hacia las profundidades o al sorprender a los bueyes almizcleros en las montañas de Dovrefjell. Otros son momentos más íntimos, reflexivos. Esos los tengo que buscar conscientemente o se esfuman entre mis pensamientos. Los primeros son como imágenes en una cámara digital; en ellos, el viaje se expande y pide protagonismo. Los segundos hay que revelarlos en el cuarto oscuro para que perduren; en ellos, el viaje se contrae y deja el protagonismo a lo que queda más allá del viaje.

Fiordo de los Sueños o Sognefjord
Fiordo de los Sueños o Sognefjord
Fiordo de los Sueños o Sognefjord
Fiordo de los Sueños o Sognefjord

Un ferri turístico que parte de Flam recorre el íntimo y deslumbrante fiordo de Naeroy, el más fascinante de los brazos del Fiordo de los Sueños. La vista desde el interior de Naeroyfjord consigue que me olvide de que el día está nublado y frío, poco acogedor. Me deleito con los acantilados, las cascadas y las pequeñas casas que se aferran a las casi inaccesibles laderas. Nos acompañan varios delfines y una foca solitaria. En un momento, me quedo solo en la cubierta del ferri. El fiordo se estrecha cada vez más hasta crear una atmósfera mágica. Laderas a franjas de diversas tonalidades; rayas de colores rojizos, verduzcos y amarillentos que se reflejan y se continúan por la superficie del agua. Exclamo un “¡Bua, tío!” y saboreo en silencio el momento. Regreso al interior del barco a recuperar un poco de calor y las animadas conversaciones de grupos de amigos y de padres e hijos me devuelven a la realidad. Pero por unos instantes en el Fiordo de los Sueños se han fusionado los dos momentos de todo viaje. El que mira hacia afuera y el que mira hacia adentro.

Pero también puede ocurrir que (…) un instante de belleza sobrecogedora prenda de nuevo la intención de vivir una vida plena de significado, de cumplir nuestras propias expectativas”. Barry López en “Horizonte”.

Fiordo de los Sueños o Sognefjord
Fiordo de los Sueños o Sognefjord
Fiordo de los Sueños o Sognefjord
Fiordo de los Sueños o Sognefjord

¿Qué te ha parecido este relato viajero?

Si quieres hacer algún comentario, este es tu espacio.

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Logotipo conectando bosques
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.

Puedes revisar nuestra política de privacidad en la página de privacidad y cookies.